Opinión

Perfumes hediondos

Alguna vez, en un tren, en un restaurante, en cualquier lavabo público, nos ha tocado la mala suerte de acceder al habitáculo, después de que el anterior usuario haya llevado a cabo la evacuación de las llamadas aguas mayores, eufemismo empleado para evitar referirnos a la consistencia sólida de los residuos metabólicos del organismo humano.
De no ser acuciante la necesidad fisiológica, nos seduce la idea de no encerrarnos en ese lugar que es la antinomia de una fábrica de perfumes. Sin embargo, cuando los autores del hedor somos nosotros, no nos afecta en absoluto, ni nos produce sensaciones de agobio, ni repugnancia, y lo consideramos tan lógico como aceptable.
El hedor que expelen las acciones de algunos miembros de partidos políticos es objetivamente repugnante, pero subjetivamente de diferente intensidad. Yo no diría que el aroma que expele un conmilitón sea considerado por otro de su misma cuerda como chanel número 5, pero a ninguno le da ganas de vomitar. Otra cosa es que el olor proceda de un partido antagonista. Entonces, el olfato se afina hasta tal punto que se está en la tesitura de llamar o no a los servicios de urgencia. La pestilencia que percibe un político del corrupto de otro partido es inversamente proporcional a la distancia ideológica. A mayor distancia aumenta la sensación del hedor, a menor distancia la tolerancia olfativa se asienta con naturalidad.
Pero, sin duda, el más misericordioso para el tufo es el propio autor del tufo. Y eso es universal. Ahí tienes a Fillon, que apesta por los 900.000 euros que pagó a su mujer para que por la mañana no hiciera nada y, por la tarde, lo pasara a limpio, o a ese Artur Mas que, en pleno escándalo, se ofrece para encabezar lo que ha quedado del derribo de su antiguo partido que él mismo ha convertido en cascotes. Y hay partidarios. Al Fillon del casi millón de euros defraudados le acompañaron más de cincuenta mil personas, no sé si aspirantes a cobrar lo mismo, o porque les parece una actitud edificante y ejemplar. De cualquier manera, va a comenzar un tiempo de estiércol en parques y jardines. Y no se esperan molestias, porque parece que la tolerancia a la mierda va en aumento.

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