Opinión

La vía eslovena y la guerra

François Mitterrand, presidente que fue de Francia decía que el nacionalismo es la guerra y advertía que la guerra no solo es el pasado, también podía ser nuestro futuro. Hablaba sobre la Historia de Francia pero su reflexión tiene un valor universal porque ésta ideología tóxica genera las condiciones en las que la violencia ciega los cauces de la razón. El líder socialista hablaba al hilo de la trágica experiencia de las dos guerras mundiales -"guerras civiles europeas" según el decir de algunos historiadores- pero también a raíz de la guerra de los Balcanes. Más de doscientos mil muertos víctimas de los odios cruzados de las diferentes comunidades que formaban la Yugoslavia que se vino abajo tras la muerte del mariscal Tito.
Una absurda guerra de lenguas, religiones y ambiciones de poder por cuenta de dirigentes políticos aventureros que desembocó en una gran tragedia. Eslovenia, una de las nacionalidades que formaban parte de aquella federación aprovechó el marasmo político creado por la situación para proclamarse independiente. El resultado fue la guerra. En este caso, breve, pero no por ello menos letal. Setenta muertos y medio millar de heridos. Nada comparable a la masacre acaecida en Bosnia o a la contienda sostenida entre Serbia y Croacia, pero tragedia, al fin. Eslovenia contaba con el apoyo exterior (político y diplomático) de Alemania y Austria y eso envalentonó a los dirigentes eslovenos que abanderaron la causa de la independencia. Aquella historia no es de hace un siglo, es como quien dice de antes de ayer. Ocurrió en 1991. La Yugoslavia en descomposición tras la muerte de Tito era una dictadura en la que los herederos políticos del mariscal (Tudjman en Croacia y Milosevic en Serbia) formados en el comunismo dieron el salto hacia un nacionalismo identitario feroz que buscó el enfrentamiento político a sabiendas de que una vez que se desatan los perros de la guerra la tragedia está servida.
De políticos aventureros están llenas las páginas de la Historia. Lo que nunca pudimos imaginar es que en la España democrática del año 2018, que viene de celebrar con dignidad y reconocimiento los primeros 40 años de la Constitución pudiera alzarse una voz reivindicando la "vía eslovena" como senda para lograr la independencia de Cataluña. Pero lo que parecía imposible, es una realidad: Joaquim Torra, presidente de la "Generalitat" de Cataluña, encomia la vía seguida en su día por los eslovenos. Es lícito preguntarse si semejante personaje está bien de la cabeza y, también, a qué espera el presidente del Gobierno de España, el ciudadano Pedro Sánchez, para desautorizar cualquier trato con quien sostiene semejante barbaridad.

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