Opinión

La ambición de Sánchez

Diga lo que diga el ministro Ábalos, Pedro Sánchez quiere quedarse en La Moncloa hasta agotar la legislatura. Qué tal intención contradiga el compromiso contraído en el debate de la moción de censura que le llevó a descabalgar a Mariano Rajoy para convocar elecciones "cuanto antes", no le quita el sueño. Tampoco que se vea obligado a seguir sin Presupuestos propios pese a que las hemerotecas guardan testimonios suyos en sentido contrario. Más aún, cuando vivía en la soledad de la calle Ferraz rumiando la segunda de sus derrotas en las urnas opinaba que si un presidente del Gobierno (por Mariano Rajoy) no conseguía aprobar el proyecto de Presupuestos, lo suyo era someterse a una cuestión de confianza. Se lo han recordado estos días algunos de los periodistas que han cubierto la cumbre iberoamericana celebrada en Guatemala. Su respuesta es toda una declaración de intenciones: "No vamos a marear a los españoles". Le faltó añadir y "punto". Esa coda castiza que suele describir a quienes caminan sobrados por la vida. Pero es lo que hay y ¡ojo¡ a deducir de las encuestas, va camino de durar.
Entre otras razones porque está aprovechando los liderazgos en agraz de quienes aspiran a sucederle en La Moncloa. Es una baza importante. La otra, que todavía lo es más, es que tiene a su disposición el BOE. La vía por la que circulan los decretos-Ley. Que forman parte de las previsión constitucional pero que en una democracia parlamentaria deberían ser los menos y sólo para casos de extrema necesidad. Que no es el caso. Porque los Presupuestos son el test para contar los apoyos con los que cuenta el Gobierno. Si, llegado el caso, Pedro Sánchez no consiguiera sacar adelante las cuentas del Reino para el año que viene, lo razonables sería proponer a la Cámara una cuestión de confianza. O convocar elecciones. Lo hizo Felipe González cuando en octubre de 1995 perdió el apoyo de los nacionalistas catalanes. Jordi Pujol ya había exprimido el limón socialista y oteaba el futuro rumiando lo que podría sacar de más cambiando de socio parlamentario y apostando por el PP (José María Aznar) del que tanto obtuvo después tras el "pacto del Majestic". Felipe convocó las elecciones al año siguiente. Y las perdió. Por poco -la "dulce derrota"-, pero las perdió. Pedro Sánchez debe pensar que eran cosas que se hacían el siglo pasado. Él lo tiene claro, no piensa marear al personal. Para qué. En La Moncloa se está la mar de bien.

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