Opinión

Juego de espejos

Nada es lo que parece en la crisis política que sufre Cataluña. Estamos ante un juego de espejos. Los separatistas se miran de reojo a la manera de aquellos capitanes sicilianos del drama de Shakespeare en el que uno de ellos estaba dispuesto a dejarse sacar un ojo a condición de que a su rival le dejaran ciego. Despotrican contra la intervención del Gobierno pero no hacen nada para evitarla sabiendo como saben que así que se pongan de acuerdo y formen "govern" dejaría de estar en vigor el Artículo 155 del que tanto abominan. Fariseísmo es la palabra. Actitud, a lo que se ve contagiosa porque en Madrid los portavoces del PP se rasgan las vestiduras ante los actos de violencia de los piquetes de los llamados CDR (corte de autopistas, sabotaje de los peajes, pintadas amenazadoras, etc.) en olvido de un hecho capital: en Cataluña el mantenimiento del orden público es tarea que corresponde al Ministerio del Interior. El jefe de los "Mosos d`Esquadra" es Juan Ignacio Zoido.
Visto que la Fiscalía anuncia la apertura de una investigación para depurar responsabilidades al respecto de los recientes actos vandálicos podría empezar por indagar por qué la policía autonómica no ha detenido a ninguno de los individuos que -a la vista de todos merced a la presencia de las cámaras de televisión- quemaron neumáticos cortando autopistas o levantaron las barreras de los peajes. No puede ser una casualidad. Puede que sea la respuesta a la estrategia que sigue en Alemania la defensa del prófugo Carles Puigdemont -construida alrededor de la falacia de que en Cataluña no hay violencia ni la hubo en ocasión de la consulta ilegal del 1 de Octubre. El expresidente persigue a toda costa no ser extraditado y, en caso de perder esa primera batalla, intentar que no sea por el delito de sedición que en la fundamentación del juez Llarena acredita el uso sistematizado de la violencia.
En fin, en la política de estos días, todos los jugadores aparecen con cartas cambiadas. El PSOE apoyó la aplicación del artículo 155 y ahora calla cuando el PNV exige al Gobierno que acabe con la excepcionalidad institucional que vive Cataluña a sabiendas de que quien tiene en su mano poner fin a ésa situación son los partidos separatistas. Falta sinceridad aquí y allá. Hay demasiado teatro.

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