Opinión

fermín bocos

Pedro Sánchez pagó una primera vez en las urnas (20D) los pecados políticos de Rodríguez Zapatero que no había redimido con su derrota Alfredo Pérez Rubalcaba. La segunda derrota de Sánchez (26J) ya fue cosa suya y desde el núcleo duro de las baronías regionales, le enviaron la mota negra. Su defenestración obedeció a un único objetivo: dotar al partido de un líder capaz de revertir la fatal deriva hacia la derrota. Tres elecciones seguidas perdidas eran demasiado para el partido que había gobernado en España durante más de veinte años.
Al principio, entre los cálculos de la Gestora que administra estos meses de espera, se daba por hecho que Pedro Sánchez tiraría la toalla. Creyeron que tras renunciar al acta de diputado se apartaría de la política. Su alejamiento de los medios y las dudas del propio Sánchez reforzaron aquella conjetura.
En ese tramo, se daba por hecho que Susana Díaz, la presidenta de Andalucía, se haría cargo de la dirección del partido. Venía de ganar una elecciones -convocadas tras romper el gobierno de coalición que el PSOE mantenía con IU- y había sacado diez puntos de ventaja al Podemos andaluz. Era -y sigue siendo- su mejor tarjeta de visita. La esperanza de poder ganar las elecciones al PP.
Después, como sabemos, las cosas se complicaron tras anunciar Sánchez su candidatura a la secretaria general advirtiendo que no le haría ascos a posibles alianzas con Podemos enfrentándose así al núcleo duro del partido. Sánchez se ha declarado rebelde a ése poder.
La respuesta es el apoyo masivo a Susana Díaz de los dirigentes clásicos del partido: Felipe, Guerra, Bono, Zapatero, Rubalcaba, Chacón, Fernández Vara, García Page, Abel Caballero y otros más. Con semejantes avales, en otras circunstancias, habrían sido suficientes para hacerse elegir por los militantes. Ahora, no. Las aguas del partido bajan revueltas. Una parte de la militancia, imposible de cuantificar hasta que no se celebren las votaciones, está rebotada contra el poder de las baronías.
El duelo por la defenestración de Sánchez se ha ido transformando en ira que se destila y refleja en las redes sociales. En el mitin multitudinario celebrado en Madrid, Susana Díaz no presentó un programa político como tal. Dijo que quería seguir en la estela de Felipe González y de Zapatero. Sus seguidores no necesitan más explicaciones.
A los de Sánchez les basta con saber que sigue en el "No, es no" contra el PP. Veremos cuantos le apoyan. Los seguidores de Patxi López no tendían grandes problemas para aceptar a Susana Díaz. Pero nada está decidido.

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