Opinión

Elecciones y terror

Pueden influir los atentados terroristas de Londres y el de Manchester en el resultado de las elecciones que se celebraran este jueves en el Reino Unido? Es una pregunta cuya respuesta, por obvia, ni siquiera debería ser planteada. Y, sin embargo, a juzgar por algunas de las opiniones que se escuchan estos días en la radio y televisión, todavía hay quien lo pone en duda. Como si en origen, más allá de las circunstancias específicas de cada uno de los atentados, el terror no obedeciera a una estrategia diseñada para allegar fines políticos.
El Reino Unido llega a unas elecciones convocadas fuera de su secuencia tradicional por la señora Theresa May, una primera ministra que llegó al 10 de Downing Street como quien dice por casualidad, tras la renuncia de David Cameron, víctima que fue del referéndum en el que contra pronóstico triunfo el "Brexit".
May necesitaba legitimarse en las urnas y por eso convocó los comicios. Cuando lo hizo, en el mes de abril, los conservadores sacaban veinte puntos de ventaja en las encuestas a los laboristas de Jeremy Corbyn y en el debate político todo giraba acerca de los riesgos que aparejaba la salida del Reino Unido de la Unión Europea y la desigualdad social que había potenciado la política de recortes impuesta por los "tories".
Después se produjeron los atentados terroristas. Primero en Londres, luego en Manchester y por último en la capital. Los atentados han cambiado el debate político. En vísperas de la cita con las urnas la polémica sobre las consecuencias del "Brexit" ha desaparecido de los debates y otro tanto sucede con los recortes sociales. El debate ha pasado a ser monotemático. Gira alrededor de las consecuencias de los atentados: el temor de la población, el miedo a que puedan repetirse nuevos ataques, los fallos de la seguridad y la escasez de medios policiales. No eran estas las cuestiones que tenía en su agenda Theresa May cuando decidió convocar las elecciones. Los atentados terroristas han cambiado la hoja de ruta. Conviene tenerlo en cuenta para ir dejando atrás la edad de la inocencia.

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