Opinión

Podemos y el culebrón

Uno de los últimos capítulos del culebrón de Podemos es que han quitado a Íñigo Errejón de un cartel de la formación donde aparece Pablo Iglesias con sus legales, todos amiguitos y sonrientes pidiendo a sus seguidores que se inscriban para participar en su congreso de Vistalegre. Antiguamente, en las épocas gloriosas del PSOE de Alfonso Guerra, se decía que quien se movía, es decir quien disentía de lo que pensaba el aparato, no salía en la foto y ahora directamente se elimina al disidente del cartel como en los viejos tiempos del estalinismo ¡Para que andar con tapujos! Los periódicos han publicado que en plena guerra fraticida por hacerse con el control del partido, Iglesias ha difundido en su perfil de Twitter un mensaje invitando a sus seguidores a inscribirse en Podemos para poder participar en la asamblea de Vistalegre II. En la imagen que ilustra el tuit, Pablo Iglesias aparece rodeado de sus más estrechos colaboradores: Irene Montero, Pablo Echenique, Carolina Bescansa, Rafa Mayoral, Juan Carlos Monedero y otros muchos de segundo nivel, pero ni rastro del número 2 del partido, Íñigo Errejón, quien se ha convertido en un apestado en la dirección.
Si nos atenemos a los hechos hay que reconocer que de momento quien le echa un pulso a Iglesias lo pierde y de hecho, aunque la formación es joven su líder ya ha dejado varios cadáveres políticos diseminados en los distintos territorios porque se han atrevido a cuestionar la forma en que se está pilotando la organización morada.
Ahora van a toda máquina elaborando documentos de cara al congreso donde sin duda se plasmarán sus desavenencias pero, antes del mismo veremos nuevos episodios en los que seguramente Errejón no saldrá bien parado. Sin embargo ese "todos contra él" puede estar teniendo también un efecto boomerang contra quienes le atacan con saña y se equivocarán quienes piensen que van a conseguir acabar fácilmente con su carrera política. Es joven, está bien preparado, comunica muy bien y sobre todo tiene una imagen de izquierda moderada que no asusta al personal. Lo cual debería ser un valorar a preservar y no a perseguir.
Hace poco entrevisté a Rafa Mayoral -que se ha convertido en uno de los más leales a Iglesias- y al preguntarle por la figura de Errejón y su imagen menos radical que la de Pablo me dijo textualmente que "Lo que ocurre es que Pablo tiene un discurso que es capaz de conectar con determinados sectores 'plebeyos' que nunca han participado de la política en este país, y eso a las élites, acostumbradas a mandar desde siempre, les da mucho miedo. Es verdad que Errejón tiene una buena sintonía con las capas medias, pero conecta con gente que nunca nos va a votar, y eso es una putada, porque recuerda a lo que decía Anguita: 'quiero gustaros menos y que me votéis más".
Es posible que Mayoral tenga razón pero ¿dónde está escrito que una formación política del ámbito ideológico que sea, no tiene que aspirar a tener a un espectro ideológico de votantes cada vez más amplió? Lo que ocurre es que no se trata de eso. Se trata de que clarísimamente aunque Podemos tenga varias almas hay dos gallos en el mismo corral que destacan con mucho, y los enfrentamientos son de liderazgo y sobre todo de poder.
En apenas 40 días, la formación morada tiene que decidir cuál es su nueva hoja de ruta política y refundar su modelo de organización en medio del más cruento enfrentamiento entre corrientes que ha vivido el partido en sus tres años de historia. No es que hayan descubierto la pólvora, ni resulta novedoso que en el mismo partido haya distintas corrientes, lo que ocurre es que ellos nacieron como revulsivo a lo que había, como un soplo de aire fresco a la hora de afrontar las cosas y ahora son más de lo mismo. Hablan de ellos, se miran a su pequeño ombligo partidista y no de los problemas de la gente. En tiempo récord se han mimetizado con el sistema y son ,digan lo que digan, la misma casta que criticaban. Ellos están arriba con sus sueldazos, sus vacaciones parlamentarias vergonzosas y su poder y los demás estamos al otro lado pasándolas canutas con esta maldita crisis que dicen que se va, pero sigue mordiéndonos donde más duele.
La revolución que dijeron no ha llegado y la ilusión se pierde cada vez que borran a uno más de su cartel porque disiente. Ya se sabe, ocurre lo de siempre, aquello de ¡Al suelo, cuerpo a tierra que viene los nuestros!.

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