Opinión

El debate de los 300

El lunes, los que podríamos llamar los 300 de Rajoy, se reúnen en Génova, convocados por su líder. Con este encuentro al que asisten todos los que son algo en el PP, el partido del Gobierno arranca oficialmente el año que no se les presenta fácil.
Este tipo de convocatorias no son excepcionales, pero en esta ocasión, la cita viene enmarcada en los pésimos resultados obtenidos en Cataluña en donde Ciudadanos se ha alzado con un clarísimo triunfo consiguiendo para sus filas cientos de miles de votos que en ocasiones anteriores habían sido para el PP. El estupor por esos resultados lo van sacudiendo poco a poco pero no cabe duda que ha habido momentos de pánico.
Durante todos estos días hemos tenido conocimiento, más o menos explícito, de algunos temores internos, de algunas discrepancias de valoración y de la exigencia de "hacer política". Rajoy, como es habitual en él, no ha perdido los nervios pero es bien consciente de la situación. Él lo achacó a problemas de comunicación, pero no puso nombres, porque de hacerlo el primero en la lista sería, con toda seguridad, su ministro portavoz que no es precisamente un gran fichaje para la tarea encomendada.
Maillo y los cuatros vicesecretarios han elaborado una serie de propuestas para hacer más presente el partido y fijar discurso con propuestas de presente y de futuro. A estas propuestas habrá que añadir las que lleve el propio Rajoy de las que nadie sabe nada y que en todo caso estarán encaminadas a hacer de este 2018 la antesala del triunfo en las elecciones autonómicas y municipales del año próximo.
Pensando en ellas, el PP ha analizado bien los resultados catalanes que son "penosos" pero que, en absoluto -afirman- predicen el resultado de unas elecciones generales. Recuerdan como portadas de periódicos advertían del sorpasso de Podemos al PSOE, cosa que no ocurrió e incluso como en alguna de ellas se situaba a Ciudadanos como triunfador en el 2015 y "quedaron los cuartos". "Ignorar la realidad es tan peligroso como magnificar los acontecimientos", gusta decir a Javier Maroto.
A la espera de lo que en Génova se decida bien estaría que los 300 que allí se reúnen no tuvieran pelos en la lengua y que, precisamente por lealtad a su partido, dijeran todo lo que tienen que decir, que digan todo lo que nos dicen a los periodistas. Que se sepa, nadie amenaza a nadie para que no hable, al contrario y es por ello y por las circunstancias no fáciles por lo que los 300 tienen la obligación moral de plantear abiertamente sus preocupaciones, sus criticas y sus discrepancias, porque hablar a destiempo o en donde no se debe, es no hablar y quien calla pudiendo no hacerlo luego no tiene derecho alguno al lamento.
Los dos "viejos" partidos, son dos grandes partidos, con la mochilas plenas de experiencia. El caso que nos ocupa es el PP que ya tiene encima de la mesa las suficientes señales como para saber que algo nuevo debe hacer. El lunes, los 300 deben ponerse manos a la obra, sacudirse el pasmo de los resultados catalanes y retomar el brío perdido. Y como eso es una tarea colectiva, sería un escándalo que los 300 callaran.

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