Opinión

La cuenta atrás

Todo parece indicar -tendrá que ser convocado oficialmente por la gestora este martes- que el próximo domingo se celebrará el Comité Federal del PSOE en el que se deberá decidir si se pasa del no a la abstención en la investidura de Rajoy. A día de hoy, la división y la fractura en el seno del partido sigue siendo muy similar a la que se visualizó el pasado uno de octubre en aquella bochornosa reunión del Comité Federal que acabó con la dimisión del hasta entonces secretario general, Pedro Sánchez.
Haga lo que haga el PSOE, tome la decisión que tome el Comité Federal, los daños en las filas socialistas van a ser cuantiosos y de una lenta y costosa reparación. Si se opta por la abstención, habrá un grupo de diputados -los siete del PSC y los más fieles a Sánchez- que ya han anunciado que no la acatarán y que votarán que no a la investidura de Rajoy. Es decir, se proyectará una imagen de división y de que la comisión gestora, presidida por el templado y sensato asturiano Javier Fernández, es incapaz de asegurar la disciplina de voto sobre una cuestión tan trascendente.
Si por el contrario se impone el no, eso significaría que se iría a unas terceras elecciones en diciembre, en las que las encuestas indican tres cosas importantes: que el PP subiría sustancialmente y estaría en disposición de tener mayoría absoluta sumando con Ciudadanos; que el PSOE seguiría bajando en intención de voto, y en tercer lugar que, ahora sí, Podemos daría el famoso "sorpasso" a los socialistas.
En la militancia del PSOE está claro que gana claramente el no a Rajoy, pero no parece que la actual gestora esté muy por la labor de consultar a esa militancia, algo que si quieren que se haga los partidarios del anterior secretario general. Al final, es muy probable que se imponga la posición del actual presidente de la gestora y de los principales barones territoriales de facilitar la investidura de Rajoy, con tal de evitar un nuevo e importante varapalo en las urnas. Pero esa decisión, que habrá que ver cómo se lleva a la práctica en la sesión de investidura, ahondará aún más en la fractura que sufre el PSOE. Una fractura que tardará bastante tiempo en ser restañada. El primer paso para lograrlo será la convocatoria y celebración de un Congreso que se presenta decisivo para el futuro de un partido que, no hay que olvidarlo, ha gobernado durante veintiuno años de los casi cuarenta años transcurridos desde las primeras elecciones libres tras la muerte de Franco. Un partido que sigue siendo muy necesario en el arquetipo institucional de España y que sin embargo, a día de hoy, está literalmente hecho unos zorros por, entre otras cosas, haber abandonado desde hace años una posición de centro izquierda no radical que fue lo que le hizo alcanzar el poder en 1982.

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