Opinión

Los mercados, a la espera

Los mercados han vivido pendientes estas últimas semanas de demasiadas referencias. La caída del precio de las materias primas, la decisión de la Reserva Federal de subir los tipos de interés y por supuesto las elecciones generales de este domingo en España están entre las causas de que el rally de Navidad se pueda quedar en un sueño. Cierto que la semana no ha terminado tan mal como se podía pensar, aunque las pérdidas acumuladas en lo que va de año, y ya quedan muy pocas sesiones para enmendarlo, se acercan al 6 por ciento. No estoy muy segura de que los resultados electorales, sean los que sean, vayan a cambiar decisivamente el horizonte, dado que no habrá un claro vencedor en solitario, o eso dicen las encuestas. Así que los inversores se lo tomarán con calma y esperarán para tomar posiciónes a que el panorama político de España se clarifique. Lo que sí es seguro es que una coalición de izquierdas, dadas las políticas que pondrían en marcha según adelantan en sus programas, sería desastrosa. El economista Daniel Lacalle habla incluso de que el paro no tardaría mucho en elevarse al 26-27 por ciento. Un repaso a las propuestas, que podrían resumirse en más gasto, se convertirían pronto en preocupación para inversores y acreedores. Además, esa posible coalición de izquierdas derogaría, entre otras cosas, la reforma laboral y por supuesto no adoptaría medidas destinadas a rebajar los costes laborales que penalizan la contratación.
Un cóctel explosivo que elevaría el paro y lógicamente frenaría la actividad. España puede seguir aprovechando el abaratamiento del precio del petróleo, que ya muchos ven a 20 dólares el barril o los menores costes de financiación por la confianza que transmiten las reformas hechas ya y las que se podrían hacer con un gobierno que cree en ellas. La más importante, la bajada de impuestos. Hace cuatro años, la gran preocupación era el rescate de España, su elevado coste de financiación y por ende la prima de riesgo. Hoy, España ha llegado a cobrar por la deuda a determinados plazos y no ha tenido dificultades para colocar los casi 140.000 millones emitidos. Por supuesto, ya nadie habla del enfermo de Europa y se alaba la vuelta que se le ha conseguido dar a los datos macroeconómicos. Seguir por ese camino o volver atrás está en nuestras manos. No está todo hecho, ni mucho menos. Hay aún muchas reformas pendientes. Demostremos que una mayoría cualificada hemos aprendido algo.

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