Opinión

De obispas, imanas y rabinas

Está claro que vivimos tiempos de cambios, algunos más bruscos que otros pero cambios al fin de cuentas. Los de las normas y preceptos religiosos son, sin lugar a dudas, de los que se van cocinando a fuego lento, que necesitan muchos ingredientes y, sobre todo, paciencia y tiempo. Y aún así no hay certeza de que -con todos ellos- se lleguen a producir. Existe un componente de azar, de alquimia o de mano divina -que dirían los más creyentes- que hace que hoy y no ayer ni mañana sea el momento.
El Papa Francisco anunció nada más ocupar su sitio en el Vaticano que tenía la intención de abrir el sacerdocio a la presencia femenina. Los anglicanos, que llevan toda la vida queriendo adelantar a los cristianos católicos, ya han dado luz verde a los obispados femeninos. El anuncio es considerado por los propios anglicanos como histórico. Dan fe de ello las lagrimas en los ojos de las primeras candidatas al enterarse de la noticia. La propuesta viene de atrás, pero hasta ahora no había logrado superar los vetos de las jerarquías, el último hace muy poco, en el 2012. Ahora este cambio tiene ya fecha: en noviembre de este año veremos ordenarse obispos a las primeras mujeres de la Iglesia anglicana.
Sin entrar a valorar el impacto de la noticia, desde el punto de vista de la religión es evidente que el hecho es histórico aunque se trate de una iglesia minoritaria. Se calcula que los anglicanos suponen unos 70 millones de fieles, un número muy bajo si pensamos que los católicos alcanzan los casi 1.200 millones en el mundo, seguidos por los musulmanes con 1.100 millones o los hindúes con 800 millones. 
Las religiones no actúan como Estados y no pretenden dar ejemplos a las demás. Es más, casi siempre luchan por defender con uñas y dientes sus normas y preceptos porque ahí está la clave de su integridad. Pero sin duda en esta era del cambio y la globalización es probable que la apertura anglicana suponga como mínimo llevar  el debate a la calle.
Es poco probable que el Islam permita algún día la existencia de imanas. Tampoco lo es que la  religión judía (de las más minoritarias -a pesar de lo que pueda pensarse- con 14 millones) permita que existan rabinas o el budismo que la figura del Dalái Lama sea una mujer. ¿Cabría pensar en una mujer Papa? No nos adentremos en el mundo de la ficción religiosa. Por el momento habrá que conformarse con consolidarlos incipientes pero constantes pasos que se dan en la apertura que vemos en el conjunto de la fe cristiana.  
En estos tiempos de viejas guerras la de la igualdad parece aún más ancestral y de muy largo aliento. Y la de las obispas anglicanas no es más que una pequeña victoria de esa gran batalla.
* Presidenta de Executivas de Galicia.

Te puede interesar