Opinión

Marisol

Querida Marisol, no nos equivocamos cuando decidimos en Executivas de Galicia otorgarte nuestro premio. No te conocíamos personalmente, sólo a través de los artículos de prensa, alguna entrevista en algún informativo y las reseñas que saltan en los navegadores cuando se escribe tu nombre: “Marisol Soengas,  bióloga gallega, directora del Grupo de Melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO)”.
Pero felizmente ni internet, ni la televisión, ni la prensa en papel o digital han logrado suplantar la impresión que nos deja el contacto directo, la risa y la mirada cómplice.
No tuvimos necesidad de explicarte nada. Ni quienes somos el centenar de mujeres que conformamos Executivas de Galicia, ni cuál es nuestro cometido, ni por qué te dábamos este premio. Bastó un encuentro de una tarde para que te dieras cuenta de todo, para que percibieras lo que buscamos, para que entendieras nuestro enfoque sobre la igualdad. 
Sobró el tiempo para darnos cuenta todas de que será difícil encontrar a otra mujer que encaje de manera tan plena con nuestro Premio. 
Ambas -nosotras y tú- comprendimos rápidamente, sin casi dar explicaciones, cual era nuestro objetivo; reconocer tu valía profesional como mujer científica es iluminar con todos los focos a nuestro alcance a todas las mujeres que no han dejado que nadie les limite en el desarrollo pleno de sus capacidades. Pero también con este premio hemos querido (nosotras y tú) mandar un mensaje a las jóvenes biólogas, matemáticas, médicos, físicas que no deben aceptar barreras ni cortapisas. No existen las puertas cerradas, sólo las que no se quieren derribar.
Femina es el nombre de la pequeña figura que te llevas como premio. Una mujer que se alza, fina y digna, dispuesta a alcanzar el cielo. Un obra del escultor Miguel Couto y que describe bien a tantas  mujeres de hoy.
Nos sentimos orgullosas y honradas de que te hayas sumado a Executivas como una más. Es un reconocimiento al esfuerzo y al trabajo de muchas profesionales que creen en la igualdad de oportunidades, aunque a muchas de ellas nadie les haya discriminado individualmente. No hace falta verse apaleada para saber que la violencia machista existe, no hace falta sentir en su propia piel el acoso o la falta de reconocimiento para saber que la desigualdad sigue estando muy presente en cada esquina.
Hace unas décadas las mujeres científicas estaban escondidas en sus laboratorios, al amparo del silencio. Ignoradas por las altas instituciones científicas,  olvidadas por los premios nacionales e internacionales. Hemos avanzado y hoy la lista de mujeres en la ciencia comienza a ser larga. Aún queda camino por recorrer, la gran parte de los equipos de investigación de las principales universidades están dirigidos pos batas masculinas, pero las grandes barreras ya se han derribado o, al menos, eso parece. Sería una lástima que una sociedad moderna como la nuestra no contara con el talento científico que tenemos. Y Tú eres un ejemplo.

(*) Presidenta de Executivas de Galicia.

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