Opinión

El enigma de Ana Mato

Juan Vila tuvo la paciencia de ver y escuchar las últimas intervenciones públicas de Ana Mato Adrover para rendir cuentas por el escándalo de la traída del ébola a España. Además de no salir de su asombro, frente a la incapacidad de la ministra de Sanidad para comunicar y expresarse con claridad, llegó a una terrible sospecha: esta creyente se siente en pecado mortal y teme no ser absuelta por su confesor. Entonces Juan Vila, que es un personaje muy curioso y entrometido, decidió investigar el enigma por el cual tan olvidadiza señora soporta el peso de un ministerio, sin tener capacidad para ello y sin que nadie la mande a casa.
Y lo primero que hace un buen investigador es conseguir el currículum oficial de la investigada. Abrumador. Además de estudiar Ciencias Políticas y Sociología (carreras que no le han dejado ningún poso, por lo visto) la sucesión de cargos, carguillos, puestos y puestazos desde 1983, permitirían deducir que semejante caudal de experiencias avala el Principio de Peter, es decir, que al llegar al Gobierno alcanzó por fin su nivel de incompetencia. Pero quedarse así, sin más, con la “hierachiology” de Laurence J. Peter como solución al misterio de por qué Ana Mato permanece en el gabinete de Rajoy, a pesar de las tempestades generadas, a Juan Vila le pareció una benevolencia. Y continuó investigando.
No quiso entrar en esa cuestión privada de su pertenencia o no a una secta religiosa, con gran poder de influencia en la derecha gobernante, y Juan Vila pensó en un posible vínculo de buena amistad con Mariano. Sin embargo los datos resultaron contradictorios, la señora Mato pertenecía al “Clan de Valladolid”, esto es, al núcleo duro de Aznar, hoy enfrentado al presidente. Además, está divorciada de Jesús Sepúlveda, imputado en la trama Gürtel, con quien compartió coches de lujo, regalos y cumpleaños por encima de sus posibilidades. Pero, naturalmente, todo eso pertenece al común denominador de la España del derroche y no resta ni suma. En todo caso divide, probable razón matemática por la cual el Gobierno en pleno la abandonó en la soledad de la palestra el pasado miércoles.
Juan Vila dejó a un lado los méritos de haber sido la antecesora de Carlos Floriano en el cargo de vicesecretaria general de organización del partido, el de poseer la Medalla al Mérito de las Telecomunicaciones (si yo la tuviera la devolvería), o el de considerar a todos los niños andaluces analfabetos. Ninguna cábala le resultaba suficiente para justificar que, siendo la responsable oficial de la traída del virus, Ana Mato se mantenga en el cargo. Excepto que, confirmando sus sospechas, se trate de una penitencia impuesta por su confesor en complicidad con Rajoy. 

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