Opinión

Armando, amigo, compañero, profesor

Armando Guerra combina una visión artística y bohemia de la vida, un carpe diem, con un practicismo útil encaminado al logro y resultado.
 Esta doble vertiente la trasladó en su docencia diaria al aula consiguiendo desarrollar en los alumnos por un lado un sentido  estético y por otro, una afán técnico, lo cual les ha permitido en la mayoría de los casos afrontar sus desafíos en los exámenes de dibujo técnico con la misma ilusión y maestría que cuando dejaban volar la imaginación en una composición abstracta. Con su carisma,  su fino sentido de humor, fueron pasando por su aula de Dibujo generaciones de alumnos y alumnas, durante más de cuarenta años. Actualmente muchos de ellos son los hijos de aquellos jóvenes de los ochenta y noventa que llenaban las aulas del Instituto.
Nos consta que empezó a dar clase en el Santa Irene en el curso 1975 – 1976, año en que la sede del centro estaba de forma provisional en el actual instituto Alexandre Bóveda debido a la reforma que se estaba efectuando en su emblemático edificio de la plaza de América. Armando siempre estuvo presente aquí en el Santa Irene, año tras año, formando parte de su historia, de su memoria, ese espírito que forma parte de los ecos de cada piedra, de cada pasillo, de cada aula. Ahora cuando se nos jubila todos queremos mostrarle nuestro cariño y agradecimiento. Gracias Armando, profesor, compañero, amigo.

VICENTE DE BECERRA (*)  Profesor del IES Santa Irene. Antiguo alumno de Armando Guerra.

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