Opinión

La deuda de Podemos con Venezuela

No hay cosa que se parezca más una dictadura que otra dictadura. Incluso hasta en la gorra. Los falangistas, ya en amalgama con los requetés carlistas, llevaban camisa azul pero la chapela roja. Como los chavistas. Era aquello del Movimiento.
La boina, la gorra, el escudo, sean de yugo y flechas o de hoces y martillos, son aditamentos, símbolos de distintivos tribales para que sus "barras bravas" se identifiquen tanto entre ellos como al adversario a exterminar, pero lo que les une y les aherroja de manera absoluta a unos con otros es su esencial condición: son enemigos de la democracia.
La democracia para los totalitarios no es un fin, no es el aire imprescindible para que respire la libertad y el agua donde beben y nadan los derechos. Es, como mucho, un instrumento. Puede ser un método, en absoluto el único, para conseguir el poder pero una vez logrado, la palanca sobra y se debe retorcer para conseguir que ya no haya marcha atrás en el "proceso".
Lo habitual es ponerle un calificativo, los comunistas el de "popular", por aquí los franquistas el de "orgánica". Democracias adjetivas para ocultar que en realidad lo que han perdido es el sustantivo, no son democracias.
La sangrienta patochada de Maduro impuesta sobre la sangre de otros 14 muertos debiera ser para estos encendidos amantes de la Memoria Histórica (de un cachejo y una parte, solo) motivo de una reflexión al menos. Porque la Constituyente es, sin tener que salvar distancia alguna, lo más parecido a las Cortes Franquistas. En una y otra la elección era cualquier cosa menos democráticas. En una era la Familia, el Municipio y el Sindicato en estas los Colectivos. En una y otra el Régimen se garantiza que va a tener mayoría absolutísima porque los votos de los "suyos" son los que cuentan.
Existe una diferencia. Para poder haber hecho estas elecciones a la Constituyente la propia Constitución chavista hace preceptivo un Referendum previo. No lo ha hecho, se lo ha saltado porque sabe que lo hubiera perdido por goleada. En eso si que se diferencia en efecto de Franco.
El Golpe de Estado de Maduro se ha consumado. Ya no queda residuo alguno de democracia. Esa es la evidencia. El legítimo Parlamento electo por el pueblo venezolano, el resultado ofreció un resultado de 2/3 de la Cámara en manos de la oposición democrática al que previamente se han expropiado todos los poderes que son inherentes: legislar y controlar el poder y desposeído de toda atribución como sede de la soberanía nacional será ahora sustituido por ese engendro, una pantomima risible sino fuera porque es sangrienta, terrible y que sumirá aún más a aquella querida nación en la miseria, en la opresión y en la muerte. Porque en la dictadura ya viven.
Así lo condena hoy el mundo entero y cualquier demócrata. Excepto Podemos y su lacayuelo Garzón que en esta infamia desea protagonismo. No lo harán. La razón es más que clara. Estos presuntos luchadores por la libertad y contra la dictadura, estos podemitas nuestros por mucho que lo proclamen jamás han combatido ni sufrido dictadura alguna. Lo que han hecho los Monedero, los Iglesias, los Errejón, y la mayor parte de su tropa dirigente que ahora sueña con asaltar nuestra democracia, ha sido cobrar de ellas. Saquear al pueblo venezolano. Y estoy seguro que aunque haya que sufrir y padecer mucho, un día caerá esa dictadura, se desplomara el sayón Maduro y ellos habrán de rendir cuentas y pagar por esa deuda que no solo es ya de dinero. Es también de sangre.

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