Opinión

Seguimos en las mismas

A los gestos de distensión sigue respondiendo el soberanismo con gestos de confrontación. No veo por ninguna parte el retorno de los "indepes" al autonomismo, como sostienen algunos de mis colegas. Ni siquiera detecto voluntad de encontrar un encaje de Cataluña en el Estado, a pesar de la política de apaciguamiento desplegada por el nuevo Gobierno.
Por eso saludo las recientes declaraciones del ministro Borrell, el más indicado para acreditar la huella socialista de nuestra reciente historia democrática. El único que formó parte de los Gobiernos de Felipe González.
En un periódico de difusión nacional dijo este domingo que no percibe cambios en el "govern". Y en un acto público organizado ese mismo día por Societat Civil Catalana (movimiento social contrario al independentismo) hizo una apelación a no dejarse seducir por la supuesta superioridad moral de quienes el sábado se echaron a la calle para pedir la libertad de sus presos. Los que ellos llaman "presos políticos" y que, hablando con propiedad, son los procesados como responsables políticos y civiles del plan secesionista que culminó en la ilegal proclamación de la república de Cataluña el 27 de octubre de 2017.
Y en eso siguen con entusiasmo digno de mejor causa. Mientras, se multiplican los episodios reveladores de que los defensores de la Constitución viven perseguidos y acomplejados. Donde el Estado ha desaparecido y el Rey tiene que recurrir a espacios privados porque los públicos han sido confiscados para sembrar lazos amarillos o representar las aspiraciones de una facción concreta del espectro político. Donde se han impuesto los marcos mentales que tratan de "herejes" a los partidarios de cumplir la ley. Y donde, en fin, parece un milagro que todavía haya más de dos millones de catalanes no abducidos por el tramposo discurso independentista.
Lo último es un nuevo movimiento "transversal" presentado este lunes en Barcelona con el apadrinamiento del expresident, Carles Puigdemont, que sigue en Alemania declarado en rebeldía, quien le hace la suplencia en la Generalitat, Quim Torra, más el preso preventivo, Jordi Sánchez, uno de los dirigentes de la trama civil del golpe al Estado perpetrado el 27 de octubre de 2017. Por no recordar los calificativos de "cruel" y "vengativo" dedicados al juez Llarena. O el demagógico aprovechamiento soberanista de la resolución del tribunal alemán que entregaría a Puigdemont por malversación y no por rebelión. O las permanentes alusiones al "proceso de constitución de la república".
En resumen, que la nube negra sigue ahí, como el dinosaurio de Monterroso, aunque lo asumamos con una sonrisa y hagamos como si avanzásemos en la solución del conflicto a golpe de gestos para la distensión y música de violines.

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