Opinión

Marcha atrás

Si no es acatar la voluntad de Moncloa, respaldada por el PSOE y materializada en la aplicación del socorrido articulo 155 de la Constitución, se le parece mucho. Me refiero a la posición de los ocho ex consellers de la Generalitat en prisión provisional, tal y como consta en los recursos de apelación ante la Audiencia Nacional para ser excarcelados. Por decirlo en términos más coloquiales, estamos ante un verdadero paso atrás de estos señores, y señoras, respecto a la causa de la Cataluña grande, libre y separada de España.
Dichos recursos utilizan el cese en sus cargos (decidido por el Gobierno central, una vez intervenidas las competencias del Govern), como prueba de que no habrá reiteración delictiva. Por imposibilidad material, pues ya no ostentan cargo alguno. Cierto. Han desaparecido las condiciones que les permitían transformar su voluntad política (ruptura con España) en actos jurídicos concretos, puesto que el Govern no se ha vuelto a reunir y, por tanto, su inexistente trabajo no se ha podido proyectarse en el boletín oficial.
Es verdad que, por un lado se garantiza que no habrá reiteración delictiva y por otro, que persisten las aspiraciones soberanistas en el marco de la confrontación electoral del 21 de diciembre. Pero también resulta evidente que su actitud frente al represor Estado español es ahora mucho más complaciente.
Esa actitud responde a un humano deseo burgués de recuperar la confortable vida que disfrutaban antes de entrar en prisión. En ese sentido, se entiende como un movimiento táctico, seguramente inducido por sus letrados, cuyo objetivo es pasar de la prisión provisional a la excarcelación vigilada.
Sin embargo, también procede hacer una valoración política de esa conducta. Incluso moral. Hay una deserción muy clara de su antigua condición de patriotas dispuestos al sacrificio en nombre de la causa. Han perdido el revestimiento moral de quien dice poner su compromiso con la Cataluña rica y plena por encima de todo. Ya no es creíble la superioridad de quienes dicen moverse por motivos éticos rebozados en valores como el pacifismo, el amor a la "terra", la generosa oferta de buena vecindad a los españoles, etc.
Eso sí, qué le vamos a hacer, todo ello sobre el asiento tóxico de contravalores como el incumplimiento de la ley, la desobediencia, el relato supremacista y la pretensión de unilateralidad.
Los principales impulsores del insensato desafío al Estado, que actualmente están en prisión provisional, ya no podrán apelar al lugar común de las mentes mesiánicas. Consiste en decir que pueden encarcelarlos a ellos pero no a sus ideas.
Parece que ya dan por bueno que las ideas se queden en la cárcel, siempre a que a sus portadores les dejen libres.

Te puede interesar