Opinión

Historias del "tramabus"

El autobús de Podemos es, según Carlos Alsina, un "auto-bluff". Correcto. Ruido en la calle y siesta en el Parlamento. Inmadurez política. Fuegos artificiales. Esto es lo que hay. En otras palabras: el "tramabus" es a la lucha contra la corrupción lo que la política es al teatro. Por eso puede decirse aquí y ahora que, por ejemplo, la detención del ex presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, ha sido posible gracias a un excelente trabajo de la Guardia Civil. No a las denuncias grafiteadas -perdón por el palabro- en el autobús de Pablo Manuel Iglesias.
Entendámonos. Lo uno es normal funcionamiento de las instituciones en un Estado de Derecho. Lo otro es el circo, que viene a expresar la incapacidad de la izquierda mochilera de hacer en el Parlamento -y en las parcelas de poder institucional legítimamente conquistadas-, el trabajo que le han encomendado cinco millones de ciudadanos.
Véase como la citación remitida por la Audiencia Nacional a Mariano Rajoy para que declare como testigo en relación con el caso Gürtel, viene a demostrar que al eventual éxito publicitario de la ocurrencia del "tramabus" se lo come su estrepitoso fracaso político frente al normal funcionamiento del Estado de Derecho. De las Fuerzas de Seguridad y los tribunales de Justicia, en este caso.
Ya dijo Iglesias que su método era utilizar la calle para dar miedo a los poderosos sindicados en la "trama". Se podría alegar que es una sana utilización de las posibilidades que ofrece la democracia participativa (derechos de manifestación, asociación, expresión, reunión) frente a la desprestigiada democracia representativa, según reza el manual del buen populista,
Pero en realidad es un recurso de perdedor, si tenemos en cuenta que la complicidad de los tres partidos comprometidos en el orden constitucional (PP, PSOE y Ciudadanos), ha dejado a Podemos casi en la irrelevancia a la hora de tomar las grandes decisiones.
Y tampoco puede decirse que lo del "tramabus", ya recuperado de sus problemas de embrague, haya resultado un éxito de critica y publico. Lo han censurado voces propias y ajenas. Calificativos de "repugnante", "antidemocrático" e "impresentable" han salido del resto de partidos. Y en las filas de Podemos también se la ha criticado por imitar los métodos de "Hazte Oír", que pasearon su trans-fobia por las calles a modo de ruta turística.
Lo de Podemos fue más allá. Según el ex jefe del Estado Mayor de la Defensa, Julio Rodríguez, incorporado ahora a los cuadros dirigentes del partido de Iglesias, explicaba este martes ante la sede del CNI, de gira turística por los nudos de la "trama", que ésta en realidad no es una red de corrupción, sino "una mezcla de comportamientos corruptos y legales que obedecen a intereses espurios". 
Toma ya.

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