Opinión

Gana Europa

La escenificación de la victoria de Macron ante la explanada del Louvre, con sus enfervorizados seguidores, a los sones del europeísta Himno a la Alegría (novena de Beethoven), fue toda una declaración de intenciones sobre la Francia que nos espera en tiempos de tribulación: frente a los extremismos, más espíritu de la Ilustración, gobierno creíble que promete decir siempre la verdad y, sobre todo, más Europa.
No solo la Europa aliviada con el triunfo de Macron mira hacia Francia. También mira y admira el resto del mundo occidental la forma con la que la razón se ha abierto paso en un país asediado por fuerzas regresivas. En las actuales circunstancias, es una excelente noticia que la continuidad, divino tesoro, haya frenado los ataques al sistema. Por la derecha extrema y por la izquierda extrema, se entiende.
Al imponerse la sed de continuidad de los franceses (65,9 % de Macron frente al 34, 06 % de Le Pen), se impone también la renovación de la fe en el proyecto europeo. Eso incluye la fe en la capacidad de renovarse del propio proyecto europeo, últimamente secuestrado por la indolencia de sus lideres, el malestar de sus ciudadanos y la fatiga de materiales en sus instituciones.
Pero no conviene echar las campanas al vuelo antes de tiempo. Está justificada la ola de alivio sentida este lunes en Bruselas y en las principales cancillerías europeas. Para convalidar los motivos de satisfacción generados por la indiscutible victoria de Macron y su joven y pequeño partido (En Marcha), antes hemos de conocer el resultado de las legislativas del mes que viene.
Esperemos que ese nuevo paso por las urnas pinte una orografía parlamentaria más favorable al nuevo y joven presidente de la República, mejorando el panorama alumbrado en la primera vuelta de las presidenciales de este domingo. Hace una semana, las diferencias entre los cuatro primeras fuerzas, incluidas las dos eurofóbicas, no eran en absoluto insalvables.
Sí queda claro que en la segunda vuelta se desvaneció la sombra negra del antieuropeísmo, agazapado en los populismos de Le Pen y Melenchon. Pero, si nos atenemos a los resultados de la primera, vemos que éstos aún suman casi un 42% de franceses desencantados. Cierto, pero se confirma que el poder y el control institucional se queda en el bloque de adhesión firme a la UE, con un presidente partidario de reforzarla junto a Alemania, que celebra elecciones el 24 de septiembre.
El fracaso de los partidos de la vieja política y el viejo régimen (la V República) ha sido estrepitoso. Resiste mejor la derecha, con los republicanos de Fillon. Y se hunde la izquierda, representada por Hamon (6,2%), en proporciones que aconsejan al PSOE poner sus barbas a remojar ante el riesgo de caer en la irrelevancia, como en Grecia, en Holanda, en Francia.

Te puede interesar