Opinión

Con flores a la Constitución

Con flores a la Constitución, que madre nuestra es. Resonancia musical de una jornada de culto a la Carta Magna en su cuarenta aniversario. Y no eran flores mortuorias sino embellecedoras de una herramienta que se ha mantenido su utilidad con el paso de los años. La fatiga de algunos materiales, de fácil reposición, no afectan a su excelente salud.
Constitución presente, viva y coleando como "pacto por la convivencia de los españoles". Palabra de Felipe VI, con expresa referencia a la vigencia del mandato: la voluntad de entenderse, heredado de los españoles del interior y los españoles del exilio que, tras la descomposición del régimen franquista, dieron esa "lección de dignidad".
La resultante, a día de hoy, es la vitalidad de una democracia "firme y plenamente consolidada", aunque también consciente de sus insuficiencias. Las que afloran en lo político (descrédito de ciertas instituciones) lo económico-social (la recuperación de la crisis no ha llegado a todos) y lo territorial (tensión entre fuerzas opuestas que se retroalimentan).
Quede claro, pues, que la vitalidad de la Constitución no excluye la necesidad de retoques que actualicen el texto constitucional redactado hace cuarenta años en un contexto muy distinto. Esa puesta al día está pendiente de encontrar el momento oportuno, cuando haya un cierto consenso sobre cómo abrir y cómo cerrar la puerta de la reforma.
Ese fue el laudo verbal de la jornada, a través de los discursos del Rey, la presidenta del Congreso, los testimonios de los ponentes constitucionales vivos y las declaraciones de los principales dirigentes políticos. Reforma, que no demolición. Porque en la Constitución están las bases de la concordia. Y esas no se tocan, por ser vigas maestras del edificio. Como la integridad territorial, la Monarquía Parlamentaria, la descentralización del poder, la igualdad ante la ley o la soberanía nacional única e indivisible como fuente del Derecho.
Especial significado tuvo ayer que esos dogmas civiles fueran ensalzados por el Rey de España. No imagino a un presidente de la república abrazándolos con tanta determinación. El propio Felipe VI precisó que eran comunes en los modelos de nuestro entorno, republicanos o monárquicos. A saber: libertad, justicia, igualdad y pluralismo.
Algunos de esos valores fueron expresamente reclamados al heredero de la Corona por el presidente del Parlamento (Peces Barba a la sazón, enero de 1986), cuando se produjo el compromiso fundacional de don Felipe con ese orden civil de la convivencia en un Estado: sometimiento al Derecho, aceptación del sistema parlamentario y servicio a los ciudadanos.
Pero los diputados de Podemos se limitaron a pasar el rato.

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