Opinión

Votar o churrascar cerdo y sardinas

Psues sí que estamos bien. Nicolás Redondo -¿se acuerdan?- dijo que acudiría a votar tapándose la nariz. ¿Se lo imaginan? El dedo pulgar y el índice de la mano derecha sosteniendo la papeleta en vilo, los mismos de la mano izquierda comprimiendo las  ventanas nasales, el gesto hosco, la mirada así como perdida.
Por su parte, Aznar, el que no se despeinó tras un atentado, el mismo que clamó por un liderazgo firme y sólido y fue puesto a andar por la Agencia Tributaria, así, motu propio, sin ninguna indicación, sugerencia o consejo recibido, ese mismo, es posible que acabe por pedir el voto para Ciudadanos, según afirman por el Principado. ¿Continuamos?
Ciudadanos dice que, si está en su mano, impedirán que gobierne el candidato del Partido Popular, de una parte del Partido Popular, de los mejor instalados en el actual Partido Popular, así que es muy posible que este candidato a la presidencia del gobierno sea el primer No Candidato a la No Presidencia del Gobierno de toda la Historia del País este de las Maravillas, así que podemos empezar a cantar a aquello de Lewis Carroll: ¡Feliz No Cumpleaños!… de una No Democracia, muerta de éxito a manos de una Partitocracia que reventó de satisfacción y gozo al contemplarse tanto a sí misma y verse reflejada en su propio ombligo.
¡Menudo Ruedo Ibérico! ¡Menudos Episodios Nacionales! Mientras el ángel Marcelo le ayuda a aparcar el coche al señor ministro de Interior, antaño de la Gobernación, y no se sabe ya a ciencia cierta cuántas advocaciones marianas, revestidas de no se sabe cuántos mantos, condecoraciones y pensiones vitalicias, velan por nosotros y al parecer nos tienen de su mano, ignoran que media España, la que suele morir de la otra media, se debate en dudas y remordimientos sin saber a quien ha de concederle el voto. 
Los del PSOE proclaman un programa que, post partum electoral, deberá ser apoyado por sus bases al condicionar la al parecer inevitable política de pactos, de forma que son dudas razonables las que podrán hacer temblar las manos de quines estén decididos a otorgar a tal partido su tan dividida confianza. ¿Quién nos va quedando? Los del corazoncito así como tornasolado, llevado en manos de unas Mareas que, como tales, traen de todo entre sus olas y sus marejadillas, agitadas que están por unos chicos que, pese al frío, vestían camisetas, listadas camisas remangadas llegado el entretiempo y, ahora en el estío, se anudan la corbata y se nos ahogan en sudores. Nosotros también lo estamos, pero los nuestros son fríos y pueden llegara  estremecernos con sólo pensar en el momento en el que se nos vistan con el traje de los domingos y de las primeras comuniones. Esto es un cachondeo. Y la campaña electoral un festival benéfico emitido por las televisiones buscadoras de audiencia gracias a bajos costes de producción.
Mientras tanto, dos de mis tres hijas a quienes la marea de la movilidad exterior empujó a los extranjeros de fuera, no podrán votar, impedido que les será su voto en base a triquiñuelas burocráticas de muy difícil aceptación y acuse de recibo. Aún no sé que le pasará a los sobrinos y otros allegados empujados a vivir fuera de España, tengo una familia muy movida, se diría que casi como todos.
¿Deberemos taparnos las narices, cerrar los ojos, pedir el voto que contraríe nuestras propias convicciones, habiéndolo anunciado jugando al escondite, o quedarnos en casita, irnos a la playa o entretenernos en churrascar un costillar de cerdo, dos docenas de sardinas, para regar ambos con un tinto Barrantes o, mejor aun, con una Tintilla de Rianxo, tan escaso como los buenos augurios de los que todos estamos tan necesitados?

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