Opinión

Las Musas preparan su material

En el capítulo XVI del libro II de sus “Ensayos” escribió Montaigne que sería mucho si, a la vuelta de cien años, se recordase que en su tiempo hubo guerras civiles en Francia. Sabía de lo que hablaba. Acto seguido, siguió escribiendo para recordar que los lacedemonios, antes de entrar en combate, ofrecían sacrificios a las Musas. Los llevaban a cabo a fin de propiciar que sus hazañas, si las hubiere, algo que al parecer ellos daban por descontado, fuesen recta y dignamente escritas. Consideraban que se trataría de un favor de los dioses que las acciones hermosas encontrasen testigos que supieran darles vida y memoria. Quien quiera saber algo más acerca de esto puede recurrir a la lectura de Plutarco, que en “máximas de espartanos. 22Ia” trata el tema, según cita Montaigne, de quien yo lo tomo para entretenerles a ustedes algo de su ocio dominical;  lo tomo y me quedo tan contento…e incluso algo satisfecho gracias este alarde de fingida erudición que acabo de endilgarme.
¿Qué pasará a la vuelta de cien años (si es que el planeta Tierra no revienta, perdón, si es que no lo reventamos antes) cuando alguien quiera recuperar la memoria de nuestros días? ¿Estaremos teniendo los testigos que los dioses deberían estar deparando a los lacedemonios actuales, si es que tales especímenes se están dando entre nosotros, si es que existen; algo que es de suponer, no sé si de desear.¿Y quiénes son, en todo caso?
El mundo no lo sé, pero no pocas conciencias se agitan convulsas mientras revientan las altas torres, las estaciones de ferrocarril y las del metro, también las amplias salas de facturación de los aeropuertos, haciéndolo con un estruendo que los medios de comunicación masiva amplían hasta la exasperación y el delirio. Todo se está removiendo de modo que hasta los mochileros o aquellos que lleven enguantada una de sus manos empiezan a ser sospechosos y temidos. Las damas negras que recorren no pocas ciudades europeas, caminan ya mientras las gentes comienzan a apartarse según las ven venir y desconfían de lo que puedan ocultar debajo de sus ropas de vuelos amplios y curvas que ni se intuyen y vaya usted saber a qué serán debidas.
Cualquier día que está por todavía por llegar, pero que de seguir así sin duda llegará, nos veremos repitiendo el Motín de Esquilache en versión actual, es decir aplicado al burka y la chilaba, mientras ese día no llega, en lugares lejanos y distantes, ejecutan a la gente por creer que Jesús de Narazet además de ser hombre mortal también fue dios e inmortal y que Él y su Santa Madre han subido, en su momento y en cuerpo y alma,  hasta los cielos que ellos ven lleno de huríes y vinos dulces, ambrosía y mil placeres que los católicos considerarían cuando menos pecaminosos, aunque deseables, eso sí. Y no  solo a ellos, no sólo a los infieles ejecutan. Basta con que seas musulmán y no apoyes abiertamente a los salvajes “assassin” del Dáesh, del autoproclamado estado islámico, es suficiente con que seas conservador de ruinas como las de Palmira, director de museos en Damasco,  homosexual o tibio en materia religiosa, para que la furia de los airados caiga sobre ti con toda la contundencia que el fanatismo y la sin razón concitan.
Vivimos tiempos azarosos en los que es posible que esté sucediendo lo mismo que sucedió hace casi un siglo cuando los alemanes votaron un III Reich que hizo girar enloquecido al mundo y ayudó a segar la vida de millones y millones de personas por el hecho de ser católicos, judíos, homosexuales, comunistas o masones, cualquier cosa con tal de que no aceptasen sus verdades o poseyesen una sangre que determinaron que debería ser idéntica a la suya. Todo el mundo afirma que no pasa nada, como entonces, que no tiene la importancia que algunos le están dando y que tal día hará de todo ello un año, de forma que llegado el momento de reaccionar miren ustedes la que se armó. Vivimos días que recuerdan aquellos. Es de lamentar.
Vivimos tiempos duros en los que los Kerenskys actuales, que los hay y se definen, están condenados al fracaso porque los bolcheviques actuales estarán felices si consiguen instalarse en sus poltronas y siempre contarán con quienes canten sus hazañas. Tiene musas que inspiran y sugieren. Y cantarán sus loas. Lo harán, sin duda, con independencia de los gulags y de los progroms, incluso de los veinte millones de ellos mismos que no se sobrevivirán a sus propios dictados porque llegó un momento en el que atisbaron el horror y lo dijeron.
Se preguntaba Rosalía, nuestra Rosalía, quien entenderá este barro mortal que envuelve el alma. Después de que todo eso vuelva a suceder, caminaremos de nuevo hacia los senadores Mc Carthy –no confundir con el general Mc Arthur- que de una forma u otra han de asomar la oreja en el horizonte próximo. El mundo se nos va a radicalizar y es posible que no nos estemos dando cuenta. El Islam es sin duda una religión de paz, también lo es el cristianismo; pero hubo periodos de nuestra historia que siempre deberemos recordar para no olvidar que, dentro de él, intensificando sus dogmas y creencias, hubo siempre quien mató en nombre del Altísimo olvidando que matar un hombre es matar, tal y como Castellio  tuvo que recordarle a Calvino con muy escaso éxito.
Revienta un aeropuerto y la respuesta no puede consistir, únicamente, en llenar de flores y velas encendidas las plazas de nuestros pueblos y ciudades. Por eso cada vez hay más gentes que se preguntan si en vez de almacenar refugiados en algún lugar de África no sería mucho más digno y conveniente, higiénico y saludable limpiar de la faz de la Tierra los lugares que han sido o están siendo ocupados por quienes filman videos de ejecuciones por degollamiento o fuego, por ahogamiento o bombardeo, también de destrucción de los vestigios de sus propias culturas, aquellas en las que la civilización dio sus primeros pasos, o de otras que los continuaron, y, una vez limpios y recuperados tantos y tan amados lugares, vuelvan estos a ser habitados por quienes han tenido que huir de ellos, al tiempo que se les ayuda en su recuperación, en su reconstrucción y puesta de nuevo en marcha de paz y libertad de conciencia, tal y como se hizo, por ejemplo, en Alemania una vez que se derrotó al nazismo y hasta España y Grecia colaboraron condonando la deuda que los alemanes tenían con ellas contraída.
Las  Musas tienen que estar proveyendo de testigos para  contar las actitudes no solo de nuestros gobernantes -que en algunos casos ya dejaron de hacer lo que comenzaron haciendo porque no le daba votos; es decir, porque sus electores no solo no se lo exigían sino que incluso se lo reprochaban- y de la ciudadanía reclama para si unas condiciones de vida que no está dispuesta a compartir con los recién llegados pues los tiempos son de crisis y habrá que culpar a alguien, siempre mejor al extranjero, claro. Todo como entonces. Al final va a resultar que la más eficaz ayuda a los refugiados y el mejor consuelo por las víctimas consiste en ir encendiendo velitas en las plazas y que eso tranquiliza mucho la conciencia.

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