Opinión

¿Dónde está Franco?

Al poco de salir publicado en el BOE el decreto, para exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos, la interrogante se propagó por los despachos de La Moncloa con una inusitada rapidez. El pánico lo despertó una llamada telefónica y, aunque todos respondían con rotundidez que el dictador está, sin lugar a dudas, en el faraónico mausoleo de Cuelgamuros, la incertidumbre encontró huecos para anidar y crecer.
Con sorna y mala baba en la voz, el interlocutor fue rápido para impedir su localización. Se limitó a decir: “voy a reírme mucho cuando saquen el catafalco y vean que la momia no está, Pedro Sánchez tendrá que dimitir”. La secretaria palideció al recibir el mensaje y enseguida lo redactó intentando no olvidar ni la coma. Corrió con él a su superiora, quien primero lo leyó displicente pero, al contemplar la cara desencajada de la muchacha, frunció el entrecejo y antes de salir del despacho se limitó a afirmar: “es una broma de mal gusto”.
Reunido un minigabinete de crisis, con alguna ministra de por medio y los jefes de todos los departamentos, no habían pasado dos hora cuando la interrogante se tornó duro granito. Bien mirado el asunto podía ser políticamente muy serio y generar incalculables contratiempos.
-Si Franco no está en el Valle, el ridículo será monumental –dijo la ministra-. Sin embargo, esto no es más que una trampa del PP para que demos marcha atrás.
-Y si, ministra, esa es la razón por la que Rajoy paró el proyecto nada más llegar al Gobierno. Y si ellos lo saben…
-Entonces no armarían tanto alboroto y nos dejarían seguir hasta vernos tropezar.
Alguien propuso llamar a Gabino Abánades, quien fuera el encargado del entierro. Pero enseguida se desechó la idea por ser alcalde del PP en la actualidad.
-¿De enterrador a alcalde? –sopesó un jefe-. Aunque sepa, guardará silencio. 
Un tipo callado, de apariencia intelectual, puso sobre la mesa otra cuestión que acrecentó la duda. 
-Franco tiene dos tumbas más con su nombre. Una en Ferrol y otra en un cementerio cercano a El Pardo donde está enterrada Carmen Polo. ¿Y si la señora lo quiso junto a ella hasta la eternidad? Creo que Abánades guardaba las llaves del pequeño panteón.
No resultaba ilógica la idea de haber engañado a la Historia para preservar el verdadero cadáver. Algo muy típico de un dictador. Además, la cripta del Pardo es austera y en el techo puede leerse: “Yo soy el Alfa y la Omega”. Principio y fin. ¿Qué mejor definición para quien se consideraba el salvador de la patria? La ministra concluyó:
-Va a tener razón Antonio Mercero. En su película “Espérame en el cielo” avisa de que en Cuelgamuros está un doble. Y quizás por lo mismo la familia muestra tan poco interés por el cadáver… ¡Ya no hay remedio! De todas formas lo sacaremos y que a nadie se le ocurra abrir el ataúd. Por si las moscas…

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