Balaídos registró la mejor entrada de la temporada al superar las 16.000 personas, que vivieron un partido emocionante y feliz

Y ahora, por qué no ser optimista

Las gradas disfrutaron de un intenso partido de fútbol y acabaron disfrutando                            de una victoria que deja al Celta asentado en la segunda plaza al aumentar su renta sobre los perseguidores. (Foto: FOTOS: JV LANDIN)
En este tiempo de estaciones descompasadas, el celtismo se avinó a acudir a Balaídos en un mediodía renegado del invierno, sin frío, sin lluvia. El reto era superar los 15.000 celtistas y hubo 16.111, número estética y significativamente bonito. Lo que otrora habría sido una mañana plomiza acabó siendo un mediodía luminoso. Una de esas citas de las que te vas deseando repetir cuanto antes. Aunque no haya costumbre, por qué no ser optimista.

LARGAS COLAS DE INICIO

El partido ya había comenzado y las colas en las puertas del estadio seguían siendo de entidad. El celtismo respondió, aunque eso de madrugar en exceso en domingo sería precisamente eso, un exceso. Las entradas, tan profusamente repartidas a lo largo de la semana de campaña celeste, actuaron como cartillas de racionamiento de la felicidad. Porque la paciente espera ?que en algunos casos supuso incluso perderse los dos primeros goles del choque? tuvo premio tanto en fútbol como en emoción, como en resultado, una confluencia mágica en un estadio feliz.


UN ÉXITO SEGURO

Pase lo que pase, los productores de cánticos célticos saben que tienen un éxito seguro. La referencia, no demasiado cariñosa, al Deportivo triunfa siempre que los partidos le sonríen al Celta. Celtarras y Comando protagonizaron sus habituales diálogos cantados con el gran rival como argumento. Y ahora que está a dos puntos, hay más ganas de derbi.


LA MISMA LETRA, DISTINTO ESPÍRITU

Otro de los cantares celestes más repetidos tiene como única letra el nombre oficial de la entidad ?Real Club Celta de Vigo?, acompañado de algún 'lolailo'. Habitualmente, el carácter melancólico propio de estas tierras y de cinco temporadas en Segunda rebajan el ritmo de la declamación hasta darle un aire inconcreto entre la alegría y la tristeza. Ayer no. La misma letra, pero distinto espíritu.

UNA CAJA DE PINO ZAMORANO

Para ser árbitro de postín, o bien encadenas un par de apellidos rebuscados o la conjunción de ambos tiene significado. Alfonso Pino Zamorano es de los segundos. Y de los primeros en querer para él el protagonismo. La afición celeste no le defraudó y durante ciertas fases del encuentro, sobre todo cuando iba por detrás, le dedicó alguna que otra pitada. Parecía amenazar con enterrar las opciones célticas en una caja de pino zamorano.


DE LA SOBREACTUACIÓN AL MIMO

Dos escuelas de actuación. Por un lado, la sobreactuación de David cuando fingió estar lesionado para sorprender a la defensa almeriense en el saque de una falta; y funcionó. De otro, la clase de mimo dada por el portero Sergio en su error en el despeje al final, cuando hizo la estatua a la espera de descubrir dónde estaba el balón; de Óscar.

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