Opinión

La vulnerabilidad de los sintecho

Pues, dilecta leyente, como vendrá observando, un colectivo, blanco de la bellaquería, es el de los “sintecho”, y es que como dijo aquel general: “Por desfavorable que sea la situación, es susceptible de empeorar”. Gente que por circunstancias de la vida se ve abocada a vivir en la calle y que debería despertar al menos sentimientos de compasión se convierte en la diana de unos descerebrados que se ensañan con ellos, porque son tan cobardes que solo se atreven a dirigir su frustración contra los más desvalidos. Lo peor es que ni entre estos “hijos de la fortuna” existe solidaridad y a veces se convierten en sus propios enemigos. Algo así pasó en Ourense, donde un mendigo fue secuestrado por dos “compañeros” para pedir un rescate a la familia por su libertad. Cometieron dos errores, el “sintecho” no tenía familia,, segundo, como debían tener en el cerebro un revuelto cóctel de líquido cefalorraquídeo y granulaciones de Pachioni, exigían el dinero en pesetas. Tampoco disponían de un zulo  adecuado, de forma y manera que los vecinos llamaron a la policía al oír los lamentos de la víctima por la agresión a la que le estaban sometiendo para quebrar su, ya de por sí, débil voluntad.
Otro caso reciente sucedió en Palermo, en donde un miserable prendió fuego a otro “sintecho”, mientras dormía en la calle, por “celos”. No se trataba de otro mendigo, se trataba de un ciudadano “con techo” y mala baba que de disfrazó para no ser reconocido por las cámaras de vigilancia y que después de cometer el crimen, calificado por el alcalde de la población como “acto de puro barbarismo”, intentó disimular su aspecto. A mí me parece que el traductor de italiano se confundió y lo que el asesino quiso decir es que estaba harto de que el sintecho “molestase” a su digna señora con proposiciones deshonestas. Lo que evidentemente no constituiría una atenuante, salvo que se le reconociese “obcecación”. Claro que lo del móvil de los celos tiene más defensa, por aquello del estado pasional y a lo mejor prosperaría en un país latino de sangre caliente, pero ¿se pueden tener celos de un mendigo?
En nuestro país casos como éste desgraciadamente también los tenemos y no por celos, sino para diversión de unos niños malcriados. En fin, que ahora que ya no los persigue el Estado con aquella Ley de Vagos y Maleantes, son otros los que los acosan para hacer de ellos su particular cremá, utilizándolos como ninots de falla, que además como suelen estar repletos de alcohol arden con más facilidad. (A lo mejor es por eso.)
Como diría el Conde de Romanones: “¡Qué tropa, joder, qué tropa!”
 

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