Opinión

Vigo 1927: 90 años del anuario de efemérides

Se cumplen noventa años de la edición, en los talleres de P.P.K.O., de una de las fuentes históricas más genuinas de la ciudad. El anuario de efemérides “Vigo en 1927” transporta al lector a aquella vibrante y bulliciosa urbe, imbuida de profundos valores progresistas y que soñaba con convertirse en el mayor puerto del mundo.
No se equivocaba José Cao Moure -más conocido por el anagrama P.P.K.O.- cuando apuntaba en la dedicatoria de su “Vigo en 1927” que este anuario “será, al correr del tiempo, una preciadísima obra”. Y es que en este libro se reúnen no sólo reseñas de los acontecimientos más destacados ocurridos en aquel año en Vigo, sino también decenas de hermosas fotografías y texto escritos por algunos de los más importantes personajes de la ciudad, como pueden ser el político Manuel Portela Valladares, el obispo de Madrid-Alcalá Leopoldo Eijo Garay, el presidente de la Cámara de Comercio Tomás Mirambell, el periodista Manuel de Castro -Handicap- o el sindicalista Heraclio Botana, entre otros muchos.
Comenzaba el año con cambios en la vida política local. El joven Mauro Alonso Giménez-Cuenca tomaba posesión como alcalde el día 18 de enero, cargo que mantendría durante dos años. El destacado conservero lidera una etapa -hasta la irrupción de la crisis económica mundial- de gran crecimiento urbano. Como manifestaba el Ingeniero Director del Puerto, Eduardo Cabello, 1927 podía ser considerado el año del renacimiento portuario, algo que tenía pleno sentido: en ese momento se terminaban las obras de la dársena de viajeros. Asimismo estaban en plena ejecución el muelle del Arenal, destinado a grandes buques mercantes, el dique-muelle de Bouzas, cuyo objetivo era proporcionar atraque a la flota pesquera de la antigua villa. Por último se habían iniciado las obras del Muelle de Trasatlánticos, con doce metros de calado en la bajamar y permitiendo por tanto que atracaran en el los mayores barcos del mundo. 
No en vano la clase empresarial viguesa había conseguido convertir el antaño puerto pesquero en una de las ciudades más pujantes del país. Símbolo de ello es la inauguración del fastuoso inmueble del Círculo Mercantil e Industrial, a la que acuden los reyes de España, el día 28 de septiembre. Dicha visita sería aprovechada para otros eventos de importancia, como la inauguración del monumento a García Barbón, obra de Francisco Asorey. Apenas unos meses antes, en abril, se daba por concluida la obra del Teatro García Barbón, diseñado por Antonio Palacios. En el monte del Castro, por su parte, se construían los primeros chalet de la Ciudad Jardín. Vigo había crecido, y sólo desde el aire se podía contemplar en toda su magnificencia. En septiembre Jaime Pacheco y su objetivo tomaban desde el avión “Marabú”, pilotado por el célebre José Mª Ansaldo, las primeras imágenes aéreas de Vigo. Dos meses antes tenía lugar, sin embargo, un accidente que marcó a todo el país. El primero de julio aterrizaba en Panxón y ante miles de almas el aviador Joaquín Loriga, héroe del raid Madrid-Manila, para ser homenajeado. A su regreso a Madrid desde Vigo el piloto se accidenta en Cuatro Vientos, falleciendo en la capital a mediados de mes.
Pero no todo era trabajo. Vigo no tenía fama de ser una ciudad cultural, algo que ciertamente no se correspondía con la realidad. Las numerosas asociaciones cívicas existentes se afanaban por organizar espectáculos y conferencias a las que acudía la flor y nata de la sociedad local. El 7 de mayo tenía lugar uno de los acontecimientos culturales más recordados de 1927. El homenaje a Ramón Cabanillas, “poeta de la Raza”, con motivo de su ingreso en la Real Academia Española, iniciativa impulsada por Alfredo Viondi, presidente del Casino de Vigo. Tras el verano comenzaba a funcionar el Instituto de Segunda Enseñanza Alfonso XIII, en el que se matricularon 186 alumnos. La Sociedad Filharmónica Viguesa, que con apenas once años de vida tenía más de mil miembros, recordaba que en sus audiciones habían tocado músicos como Manuel Quiroga o Pau Casals.
Incluso la suerte nos sonreía. El 22 de diciembre el consignatario Mariano Llorente ganaba el segundo premio de la Lotería de Navidad. El boleto número 50.153, que había adquirido en Vigo, le hizo ganar ni más ni menos que diez millones de pesetas que repartió entre sus clientes y familiares. Un año emocionante donde Vigo demostró estar más vivo que nunca.

JORGE BARRECHEGUREN

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