Opinión

veinte años recordando

El día tenía el mismo tono marengo, sombrío y espeso que ha teñido toda esta jornada veinte años después de que se produjera aquella fecha inolvidable e imborrable en la que tres asesinos sin alma ni entrañas le dispararan dos tiros en la cabeza a un joven edil del Partido Popular con escaño en el pueblo vasco de Ermua que se llama para el recuerdo imperecedero de todos los que hoy somos y estamos, Miguel Ángel Blanco. Hijo de gallegos, sin haber cumplido aún los treinta años, economista con lustre y sangre trabajadora en las venas, Miguel Ángel sacó a pulso su carrera de Económicas, trabajó de albañil, y cuando los pistoleros etarras le echaron mano, ejercía de contable en una empresa de Eibar a unos kilómetros de su casa. Los criminales necesitaban mostrar su poderío asesino después de que la Guardia Civil liberara a Ortega Lara, y no tuvieron que aplicar esfuerzo alguno para secuestrar a un concejal que se trasladaba todos los días y a las mismas horas en tren de su casa al trabajo. Miguel Ángel no llevaba escolta ni nunca creyó que la necesitara. Como el Gobierno se negó a ceder al chantaje y no acercó los presos etarras a las cárceles del País Vasco tal y como pedían sus raptores, tres desalmados  lo asesinaron de rodillas, por la espalda y en un descampado cuando se cumplió el plazo. Tardo un día en morir y según los médicos que dictaron su defunción, fue el segundo disparo el que acabó con su vida. Sus padres eran ourensanos, tenía una hermana que hoy es una mujer entera, madura y llena de  amargos recuerdos llamada Mari Mar Blanco, y tocaba la batería en una banda de rock and roll que había formado con los amigos de la cuadrilla de toda la vida.
Me veo a mi mismo hace veinte años, observando con la garganta seca y los ojos velados por la emoción y las lágrimas, un cielo blanquecino y amenazando lluvia en la plaza de Baiona donde se había concentrado una multitud silenciosa y en vilo a la espera de las peores noticias posible porque todos sabíamos que aquella reata de criminales no le iba a perdonar la vida. Acababa yo de llegar de mi trabajo y me sumé al nutrido y heterogéneo grupo de personas de todas las edades y pertenencias que se arremolinaba en la plaza del Concello con un ojo puesto en el firmamento entoldado y otra en el reloj de la Casa Consistorial. A eso de las cinco supimos que los secuestradores habían cumplido con su amenaza y Miguel Ángel había sido tiroteado. Agonizó en el hospital hasta la madrugada y quiero pensar e incluso pienso que ya nada fue igual a partir de entonces.
Por desgracia para mí, el ayuntamiento de mi ciudad natal ha vuelto a significarse por su comportamiento indeseable y Manuel Carmena ha tornado a demostrar que no tiene ni entereza ni valor para estar donde está, mentira parece que provenga del estamento judicial. Por fortuna y a expensas de un último debate plenario, Vigo dedicará a instancias del grupo popular municipal, una plaza de próxima urbanización a la figura y recuerdo del concejal martirizado. En su día, la manifestación ciudadana que respondió al terrorífico crimen fue una de las más nutridas de España. Hoy, Vigo vuelve a ser ejemplar y aprobará el nombre de esa plaza con carácter unánime. Eso nos honra a todos y nos permite recordar  serenamente a un chaval ejemplar cuyo sacrificio debería no haber sido vano.

NOTA.- Los restos de Miguel Ángel Blanco descansan hoy en el cementerio de Xunqueira de Espadañedo en la provincia de Ourense donde fueron trasladados tras un primer sepelio en Ermua.  Sus tres asesinos, Javier García Gaztelu alias “Txapote”, Irantzu Gallastegui Sollupe alias “Nora, y José Luis Geresta Mújika alias “Oker”, fueron condenados a cincuenta años de cárcel. Mújika apareció muerto en un coche con un tiro en la sien dos años después de asesinar a Blanco. Se supone que cometió suicidio.
“Txapote” es uno de los más sanguinarios terroristas de la banda y asesinó también a Gonzalo Ordóñez. Está preso en una celda individual en la cárcel de Huelva y saldrá a la calle en 2056. Irantzu Gallastegui se encuentra presa en el mismo centro penitenciario es la pareja sentimental de “Txapote” con el que tiene dos hijos concebidos en prisión, y saldrá en 2040.  Hay una cuarta persona que cumple condena por el mismo delito. Se trata de Ibón Muñoa, ex concejal de Eibar y trabajador de una empresa a cien metros de la de Miguel Ángel, al que se acusó y condenó por dar cobijo a los asesinos y facilitar datos de su víctima. Cumple una pena de treinta años, está recluido en Córdoba y saldrá en 2020. Ninguno de los presos ha podido acogerse por el momento a beneficios penitenciarios,

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