Opinión

Tiempo de héroes

Ante la guerra de guerrillas que nos han declarada los islamistas a todos y a cada uno de nosotros deberíamos responder rápida e individualmente en defensa de las víctimas que vemos cercanas.
Como Ignacio Echeverría, nacido hace 38 años en Ferrol, estudiante y residente en Madrid y otras capitales europeas y abogado en la “City” londinense, asesinado este sábado al defender con su monopatín a una mujer anónima a la que acuchillaba un terrorista.
Frente a esta heroicidad vemos a masas en estampida porque alguien grita “Alá es grande”, como en la Semana Santa sevillana o en una plaza de Turín, donde el pánico provocó mil heridos durante la final de la Champions League. Nadie se arrojó sobre los provocadores para entregarlos a la policía.
Desde hace muchos años en las escuelas y en los medios de comunicación españoles se ha enaltecido la cobardía confundiéndola con el pacifismo, mientras se denigraba la valentía tachándola de agresividad salvaje, incluso de franquista.
El pensamiento políticamente correcto nos ha hecho resignados y bovinos, mientras el relativismo cultural nos lleva a disculpar la irracionalidad del agresor islamista; y para no herir su sensibilidad, no nos atrevemos a proclamar la superioridad de nuestra cultura judeocristiana racionalizada con la Ilustración.
 Necesitamos rearmar nuestros valores contra la barbarie del fanatismo y entrenarnos mentalmente contra el paralizante miedo al peligro.
 Israel aprendió a vivir orgullosamente sobreponiéndose al fanatismo religioso, mezclado con reclamaciones territoriales más o menos justificables, de Hamas y Hezbolá; pero recuérdese que estos terrorismos también reclaman reconquistar Al-Andalus para el islam.
 La lección israelí frente al terrorismo indiscriminado –el de ETA era más selectivo— es que debe contestársele policial-militarmente, pero también con la valentía individual de este héroe de la ilustrada civilización occidental, el español Ignacio Echeverría.

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