Opinión

Un sexto sentido para dar y tomar

Desde que somos pequeños, nos enseñan que los cinco sentidos son vitales, aunque la verdad es que a esa edad son otras cosas en las que creemos. Nos conformamos con el recitado: La vista y el oído para informarnos de lo que nos interesa. El tacto, para saber si tenemos un lapicero de menos en el plumier, esa cajita de otros tiempos para llevar  material escolar, que hay padres anticuados que no han advertido el predominio de la mochila. Siempre hay algún experto que dice que si se sobrecargan críos y mayores, destrozan la espalda a cualquiera. El olfato  para detectar a los que en el bus urbano huelen a purines, que en la aldea saben darle uso a esa porquería que producen algunos animales domésticos.  Y finalmente el gusto, que nos permite aquilatar el buen sabor de las natillas de la abuela.
De mayores nos engañan, que todos los españoles tenemos un sexto sentido. Bien que presumimos de ese instrumento que es el sexto, a pesar de la conconcomitancia con el mandamiento de los catecismos. Cuando nos enseñaban la doctrina cristiana, ignorábamos lo que era no fornicar y mas lo de fornicar. Como ese sentido es incomprensible, he acudido a  www.consultorioesoterico.com, debajo de su dirección digital pone “Hechizos, recetas mágicas e interpretación de sueños”. No está uno por las brujas viajeras en escobas.
Los del Consultorio nos dan una respuesta que gusta, porque tiene diversas opciones, bajo el título de “La intuición o el sexto sentido”, que vienen a ser lo mismo. Muchas personas la describen (la intuición monta tanto, tanto monta, que diría la Reina con fama de bañarse poco) como “una voz  que resuena en el corazón mas que en la mente”. Otros dicen que es “un pensamiento que sobreviene de pronto y se afianza en la mente con mucha seguridad, como una gran verdad”. Inclusive, están los  que señalan la intuición como duda vaga pero persistente que, “aunque al principio parece tonta, se justifica con el tiempo”. En realidad, ¿qué es la intuición?”.
Muchos de los aficionados a la Historia darían el premio a la intuición al rey Felipe II por lo de la Armada invencible, que aun asi fue a parar al infierno, todo por unas rachas de viento de mas. Dijo el monarca: "Mandamos los barcos para combatir a los ingleses y no contra las tempestades". Algunos culpan al  primer hombre del tiempo de TVE, la Primera, Mariano Medina. ¡Ni que fuera as de la longevidad para estar en el XVI, ya muy avanzado, en la tempestad de la Invencible! Lo habría hecho compatible con 1956, en que estuvo presente desde el Paseo de La Habana, que aun no se habían hecho monárquicos, por aquello de realizar su trabajo en Prado del  Rey. Y allí siguen, haciéndolo compatible con la Torre, donde parece que la producción está en la Luna de Hermida, es decir en cuarto creciente.
Recontando, hemos hablado de seis sentidos, uno mas de los que tienen gabachos de nuestra Reconquista, yanquis del Far West y hasta llanitos del Peñón, pero en escena aparece el séptimo, el sentido común. Según la RAE es “lógico o conforme al buen juicio”. Aun nos obligan a añadir el octavo y el noveno:  el sentido único y el doble sentido. Se explican por si mismas, y el que no lo sepa, que vuelva por la autoescuela. Algunos pésimos conductores perennes, que no paran de cometer infracciones, pueden saber en carne propia que en la circulación los puntos que te retiran no son los peores. Están los puntos de sutura, que te pueden poner bueno, o cuando menos un poco mejor brazos o piernas y etcétera. golpeados desde fuera, por otro conductor imprudente. Quiera Dios que no necesite cirugía que le devuelva a su ser. 
En esto de los accidentes de tráfico, hay que tener el vocabulario preciso. Si le golpean o le causan algún  daño, se lo han infligido. Si otro o usted mismo, le da patadas en las espinillas al Código de la Circulación,  entonces se trata de  una infracción, aquí viene  uno de los dos vocablos que algunos confunden: En ese supuesto, han infringido las normas de la Real Academia.
Volviendo a los cinco sentidos, nos acercamos a uno que pueden ser dos: Mirar y ver, que ambos tienen relación con la vista. En Galicia se dan bastantes casos de decir  “Voy a mirar la televisión” o “Ahora miraré a los que pasean”. Si recurro muchas veces al  “Diccionario de uso del español”,  de María Moliner, extinta para los hombres pero viva por fortuna para la Lengua Castellana, es por su conocimiento acreditado del tema. En el tomo 2º, de 1999, de la obra, dice textual: “Mirar. Aplicar a algo el sentido de la vista”. Hay mas de una página dedicada a esta entrada, con explicaciones sobre “¡Mira quien habla!”, “Mirar por encima” y bastantes frases en esta línea, “Si bien se mira”, que darían holgadamente para otro “Entra a por uvas”. Ver, se deduce de lo dicho, en el mismo Diccionario, es “poseer el sentido de la vista: Tienen ojos y no ven”.
Terminada la tarea, expliquemos el título de nuestra entrega de hoy. WordReference.com se explica no con la frase textual, “para dar y tomar” sino con ejemplos:  “Aquí hay alumnos para dar y tomar” o “En Madrid hay muchos médicos para dar y tomar”.
 

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