Opinión

Sánchez, el presente; Feijóo, el futuro. ¿Y Ciudadanos?

Ya sé que los medios, y también la opinión pública, son veletas. En diez días todo ha volado por los aires, y ahora, del pasado, solo queda un Mariano Rajoy envejecido, trotando por la Casa de Campo como un jubilado y a la espera de ver cómo le organizan una sucesión que debería haber organizado, tiempo ha, él mismo; en todo caso, el resultado será idéntico, sospecho, y Alberto Núñez Feijóo será el hombre y el nombre del porvenir, y me parece que ninguna mujer. Pero no; lo que apasiona ahora es el presente, que va a marcar el futuro. Estamos a la espera de esa rueda de prensa en la que Pedro Sánchez habrá de convencernos de que hay vida más allá del alumbramiento de un Gobierno recibido con esperanza —es lo menos malo que podía habernos pasado— por todos. Menos, claro está, por los separatistas, Podemos y Ciudadanos, cada uno por sus propias razones.
Lo que pasa es que Sánchez tiene más miedo a la prensa aún que Rajoy, aunque me parece que la respeta algo más. Se ha ganado grandes enemigos en los medios, y de alguno ha empezado a deshacerse. Se comprende que, antes de lanzarse a comparecer plenamente —otra cosa serían apariciones puntuales, a lo Rajoy— ante la muchachada mediática, espere a que sus ministros orienten un poco la aguja de marear, se acompasen y acoplen. Porque no puede ser que los medios separatistas catalanes detecten, con razón, un lenguaje en Batet y otro en Borrell: en Cataluña habrá que hacer una especie de Batell, una síntesis entre el palo-por-principio de Rajoy y la zanahoria del referéndum que le pedirá a Sánchez, porque no le queda otro remedio que hacerlo, el president de la Generalitat, Quim Torra, cuando ambos se encuentren, más pronto que tarde, en La Moncloa.
Así que esta será la semana en la que todos deberán encajar piezas: el PP, con la junta directiva que convocará el congreso del mes próximo para elegir al sucesor de Rajoy, el sucesor de Aznar que sucedió a Manuel Fraga, un hombre que, en estas circunstancias, y después de echar unas cuantas broncas, me parece que votaría por su paisano y sucesor remoto al frente de la Xunta. Ciudadanos, que habrá de meditar en que `sic transit gloria mundi`, y que las encuestas, como el laurel de los aurigas vencedores, acaban marchitándose antes de lo pensado: tiene Rivera que redefinir estrategias estos mismos días, y silenciar a sus voceros que insisten en que el Gobierno Sánchez está influido por Otegi, Puigdemont y Torra, algo que no se sostiene y convendría rectificar.
Me parece que tanto Ciudadanos como el PP deberían ir orientando sus tiros a la futura formación de una coalición con el PSOE, que será de centro-derecha o de centro-izquierda, pero siempre de centro: me parecen fuertemente errados quienes airean ya la casi desaparición de la formación naranja, cuando ayer daban a Rivera como el próximo presidente del Gobierno de España.
Y así, todos instalados en el análisis reflexivo. De Podemos solo subrayo la distancia entre aquel Pablo Iglesias que, en enero de 2016, ni dos años y medio hace, se arrogaba una vicepresidencia, los servicios secretos, RTVE, Defensa y que sé yo cuántas cosas más, porque él era la "sonrisa del destino" que iba a permitir a Pedro Sánchez quedarse con la presidencia, hasta este Iglesias hundido en su chalet y mendigando algún segundo escalón en el poder. España merece una formación como Podemos, crítica con el poder e impulsando cambios de izquierda desde el Parlamento —sesteante institución que a ver si de una vez retoma sus plenas funciones— ; pero no merece tener a alguien como Iglesias en Gobierno alguno, así que bien está ahí, cociéndose en su propia salsa tras tantas volteretas. Contra lo que dice, no ha sido él, sino los tremendos errores de Rajoy, que los historiadores de lo contemporáneo detallarán, quien facilitó la irregular llegada de Sánchez a La Moncloa.
Y ahora, con Sánchez en La Moncloa, a ver qué pasa. A ver esa reforma constitucional, nunca bien detallada por el PSOE. A ver esas prisiones preventivas de políticos catalanes, que yo sé que a los socialistas (Borrell quizá excluido) tampoco les gustan. A ver, Iván Redondo, ideas más allá de los fichajes estelares en algunos ministerios. Y, claro, a ver esa rueda de prensa, Pedro, no nos falles... nunca más.

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