Cartas al director

LA RESPONSABILIDAD ES EL PRECIO DE LA LIBERTAD

En un lugar de este nuestro maravilloso mundo, de cuyo nombre no logro acordarme, alguien decía que un verdadero ciudadano del mundo es alguien que entiende la responsabilidad que viene con su libertad. Esto parece obvio pero no lo es tanto…
Vivimos en un momento de la historia en el que es más necesario que nunca ser tolerantes, tratar de entender las diferentes culturas, pensamientos, ideas, sentimientos y lo que en los últimos tiempos se ha dado en llamar en términos anglosajones “Managing Contradictions”, lo que traducido a nuestra rica lengua significa algo así como “Gestionar Contradicciones”. Y de esto último, y si me lo permiten, es lo que me gustaría comunicar en este escrito.
Contradicciones como la legislación y normativa vigente en materia de animales domésticos en relación con su cumplimiento. Por todos son conocidas las innumerables noticias publicadas en diferentes medios de comunicación y los tristes sucesos ocurridos, menos conocidos, acera de ataques cometidos por parte de perros, con graves consecuencias para la población en general. Por otra parte, no es la primera vez que presenciamos como propietarios de mascotas que pasean a sus perros por parques y zonas públicas, donde convivimos todos, incluidos niños, menores y gente de edad avanzada, no cumplen la mencionada legislación de llevarlos con correa y bozal, incluso tratándose de razas catalogadas como peligrosas. Lo más hilarante de todo esto es que cuando alguien les llama la atención, sus respuestas suelen ser agresivas o del estilo, “el perro es muy bueno y no causa ningún daño”. Sin comentarios… Estos propietarios deberían de recordar la vieja, y desgraciadamente para algunos, desfasada idea de “la responsabilidad es el precio de la libertad”, en este caso la libertad de poder poseer y pasear a sus mascotas y la responsabilidad que tienen por ello, con y para los demás.
No es mi intención polemizar acerca de ideales partidistas sobre la tenencia o no de mascotas, ni mucho menos acerca del buen hacer de las fuerzas públicas, pero en este asunto me veo en la obligación de manifestar, por el bien común, que no hay en absoluto vigilancia y control sobre el cumplimiento de la legislación y normativa vigente.
No esperemos pues a la inocente esperanza de la “interiorización” de la idea principal que aquí expongo por parte de los propietarios de perros y pongamos por favor los medios de control oportunos y necesarios para evitar nuevas y futuras tragedias…