ANTE EL DÍA DE LA MUJER

Represaliadas por ser mujeres y por sus ideas

nnn María Suárez, Dolores García, Concepción Pérez y la niña María Rial, de 11 años, murieron en las barricadas en julio de 1936 en contra del Golpe de Estado; Matilde González, Mercedes Posada, Ángela Iglesias (embarazada de su tercer hijo), Mariana do Lazo y Carmen Gómez Domínguez fueron asesinadas por esconder en sus casas a huidos. Todas ellas son viguesas y forman parte de la selección de 172 mujeres que Montse Fajardo escogió para su exposición “Rexas. Mulleres baixo o terror franquista”. Organizada por la Diputación, es una muestra itinerante que tiene previsto llegar a Vigo en unos meses. Reivindica la memoria histórica de las mujeres represaliadas. Tal y como explica Fajardo, las mujeres no pueden quedar en un segundo plano en las crónicas: “Sufrieron una represión muy cruel, no sólo se les castigó por ser militantes, sino por estar emparentadas con ellos; se les metía en los cuarteles sin juicio como le pasó a Josefina Ruti; eran vejadas, rapadas, sometidas a castigos muy sexistas como tatuarles la frente con consignas o darles aceite de ricino y dejarlas en un lugar público para que defecasen por ellas”. Para la comisaria, con esta exposición queda claro que “todas las mujeres fueron víctimas del franquismo, las del bando republicano que fueron represaliadas, pero también las de los golpispas, porque después de todos los logros de la República, incluido derecho al voto, quedaron relegadas”.
De todos los rostros que forman “Rexas”, A Calesa (Rosario Hernández), a la izquierda, y Carmen Miguel Agra, a la derecha, son especialmente emotivos. La primera, vecina de O Roupeiro, era una quiosquera en Príncipe con 20 años, orgullosa de ser socialista. Al estallar la guerra, tras permanecer días oculta, fue detenida. La torturaron, la violaron, la mataron y mutilaron su cadáver que fondearon en la Ría, cerca de Cíes y que nunca apareció. “Para la familia era un tabú hablar del tema, aunque todos sabían lo había pasado; mi abuela, su hermana fue la que más sufrió”. Así, Enrique Carril, sobrino nieto de A Calesa, recuerda cómo vivieron en su casa ser familiares de una represaliada. “Las cosas están cambiando porque ya le hicieron varios homenajes y reconocimientos”. Poca información pudo recabar de su muerte, “ni siquiera tenía partida de defunción”.
Carmen Miguel era de las mujeres antifascistas. Su marido, Anxo Nogueira, era contable en una conservera y del PC. “Se querían tanto que lo hacían todo juntos”, afirma su nieta, Carmen Mosquera. Por miedo a ser detenidos, alquilaron un buque, con siete antifascistas más para salir de Vigo, “Bou Eva”, pero fueron traicionados y les echaron agua hirviendo en las bodegas, donde se escondían. Antes de ser capturados, se suicidaron. Dejaron dos hijas, de 3 y 4 años. “Mi madre aún recuerda la despedida, ¡tantos besos y cariños! Se reencontrarían cuando estuvieran a salvo”. En su casa sí hablaba del tema. “Mis bisabuelos escucharon de todo, hasta insinuaciones de qué hacía ella con siete hombres; fue muy duro”.n

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