Opinión

Qué fue de ellos

Hubo un tiempo en el que  creía ver  por cuanto sitio había a Pilar Rahola. Ya fuera en colaboraciones escritas, en tertulias radiofónicas o en comparecencias televisivas, no había día en el que no tuviera a aquella mujer delante hasta el punto de que escribí, lo recuerdo bien, una de estas columnas a la que llevo abonado más de treinta y tantos años tratado de desentrañar un fenómeno que llegó a atojárseme paranormal. Rahola era una especie de ungüento de boticario que se descorchaba en cualquier situación, llenaba cualquier vacío y servía para cualquier cosa. Nadie se preguntaba en ese momento dónde estaba el valor real  que convertía a esta periodista barcelonesa en voz y opinión de todos los foros porque  en verdad cuando uno escuchaba sus opiniones y, desnudando todas ellas de un acento de pedantería muy acusado, no pasaban de juicios de valor, lugares comunes y discursos de primero de Básica. Por alguna razón, el hecho de ser favorable a la Cataluña  que coqueteaba con el divorcio, otorgó a su figura un plus cultureta y heterodoxo que hizo de su palabra un argumento divertido y divergente en su simpleza. Rahola siempre decía algo hablara de la igualdad de la mujer, el sentimiento nacionalista o la subida del precio de la compra. Era un resto vivo y parlante de la famosa “gauche divine” objeto permanente de indulgencia plenaria, aquella reunión de la Barcelona progre en los años 60 que tanto se magnificó y con tan excelentes resultados. Aquellos que –con la música de Pi de la Serra, Raymon o Llach como banda sonora- siempre tuvieron el corazón en la izquierda y la cartera en la derecha. Ilustres apellidos, ancestros aristocrático, compromiso antifranquista por supuesto, la insolencia justa y el dinero suficiente para viajar con frecuencia al exterior y también para pagar las fianzas. 
 Hoy, en pleno caos independentista, a mí se me ha dado por preguntar dónde está Pilar Rahola, aquella señora que estaba en todas y que fue diputada el Parlament por Ezquerra Republicana. Millonaria por familia y por habilidad política, fue la anfitriona de la cúpula secesionista en su casona de la costa y fue en aquella reunión en la que se dio buena cuenta e un arroz donde el ex mayor Trapero cantó habaneras en catalán ataviado con una camisa de floripondios y donde Puijdemont hizo aquella versión memorable de “Let it be” acompañándose él mismo a la guitarra. Se sabe porque se colgó con lujo de detalles en las redes sociales. Rahola era a día de hoy uno de los nueve miembros del llamado Consell de Garantías Estatutarias con sueldo de 180.000 euros al año. No es jurista que se sepa pero da igual. Naturalmente, y como el resto, ha sido cesada.

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