Opinión

Problemas de reconciliación

Últimamente se lleva mucho en las revistas especializadas la inclusión de una fotografía tomada en la actualidad a uno de esos ídolos cinematográficos masculinos y femeninos  que en un reciente pasado triunfaban por su extraordinaria presencia. Las publicaciones -que en este verano como en veranos anteriores se han inflado a publicar fotos de guapas y guapos en traje de baño paseando por playas, piscinas y cubiertas de embarcaciones de recreo- introducen con frecuencia la imagen de uno de esos prototipos del pasado a los que de buenas a primeras se les han caído sobre las costillas doscientos kilos y doscientos años todos a la vez. Hace unos día, la comidilla de esta transformación tenía como víctima al antiguo cachas Silvester Stallone al que se le ha puesto todo fofo y se ha desencuadernado de un día para otro sospecho que en razón de que ha aflorado la perversión de una continuada cirugía mezclada con los estragos de anabolizantes, el sobrepeso y más que nada la vejez porque el exitoso protagonista de las sagas de Rambo y Rocky Balboa está si no me equivoco a punto de cumplir los setenta y un años y a esas edades ya no hay quien te salve sobre todo si con anterioridad la pretensión ha sido esconder los desmanes de la edad a cuenta de trucos y soluciones supuestamente mágicas. Ayer, el señalado era Christian Bale, actor mucho más joven pero sometidos a diferentes procesos de cebados o adelgazamientos extremos en función de las exigencias de los papeles que le tocaba representar al actor galés. Tan pronto ha sido un cachas y ha incorporado a Batman y otros personajes hercúleos como ha tenido que adelgazar treinta kilos de golpe para representar a un  pobre tísico. Son cosas que se llevan muy mal. Bale salía ayer en papeles y redes sociales  con la apariencia de un tipo del montón, gordito relleno, barrigón, con aspecto de seguidor del Liverpool pero con una inmensa y reconfortante sonrisa de felicidad.
Todos cumplimos años y cuando uno llega a la que yo tengo es que le han caído en la espalda unos cuantos  así que lo más aconsejable es aceptarse tal y como uno es y tratar de no dejarse ir si bien tampoco debe uno martirizarse. Lo razonable es apelar a la reconciliación y asumir lo que toca para vivir la inapelable influencia de la edad con la serena convicción de que no hay milagros que valgan. El rostro de Bale en estas fotos es el de alguien que ha terminado por aceptarse serenamente y ser feliz con el sobrepeso, las canas, las arrugas y los primeros achaques. Brindo por él… 

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