Opinión

Pillastres de la jet y una catástrofe caída del cielo

Titulándose como se titula esta sección, hay que empezar por aquel pícaro que se bañó en el Tormes helado y no saló limpio, pero sí dispuesto a engañar al ciego hasta con el tocomocho o la estampita, los timos de “Los tramposos”, con el inolvidable Tony Leblanc en papel protagonista. Engaños que puede no existieran en tiempos del “Lazarillo”, personaje  creo que de ficción. Ahora vamos a lo del título: el episodio de las uvas, que el  rapazuelo tomaba cada vez mas ejemplares de viñedo, sin pararse en las doce de fin de año; definitivamente sin ser capaz de engañar a su señor, rey de la  miseria. Lo de las uvas lo conoce incluso la gente que no ha leído a uno de los clásicos de nuestro siglo de oro. Como es el caso de “El lazarillo de Tormes”. Se me ha quedado en el teclado del ordenador, que lo de la viña no es otra cosa que antesala del vino, se lo dice un abstemio y que varios vasos puedan llevarte a desembarcar en  una curda, que con ka es una señora entre los que buscan hace siglos la independencia. Especialmente de Turquia e Irak, aunque quedan mas en el kalashnikov.
El prototipo del pillastre de nuestro tiempo es un baturro, por supuesto que en la segunda de las acepciones, es decir, en plan coloquial “Se aplica a la persona que es testaruda u obstinada”. Todo lo contrario de aquella jota que nos sabemos al menos en parte tanto los mayores de Despeñaperros para abajo como los de mas arriba de donde tiran a los canes desde la cima de un monte. Luego está aquello de “La Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa aragonesa”. Lo escribo seguido, sin puntos ni comas, ahorro al recordar, palabrita del Niño Jesús, que esos versos, aquí transcritos en prosa los conocemos los mismos veteranos. No la canto porque las virtudes cantoras no me acompañan, ni siquiera para cantar las cuarenta con el  naipe. Otro aragonés fue el director de “Un perro andaluz”, muy propio lo de Despeñaperros. Luego está la cuchilla amenazante en la cara de un ser humano.
El personaje todavía sin nombre, que está a punto de conocerse,  tuvo por amigo a Francisco Paesa, que primero aparentaba ser de los suyos y luego le puso los cuernos económicos al tal  Roldán, que el espía se quedó con un pastizal, venido  de los fondos reservados del Estado, por eso no se sabía de dónde procedían.  Mientras, aquel alopécico llamado Luis Roldán, ocupaba el lugar del sucesor número equis del Duque de Ahumada y el aragonés se sentaba en el sillón de la Dirección General de la Guarda Civil, supongo que sigue en la calle madrileña de Guzmán el Bueno. Roldán se quedaba para sí con el bueno cinematográfico y el feo y el malo se los donaba a una pareja caminante, que seguía  el ejemplo del Duque de Ahumada en aquello de “el honor es la principal divisa de la Guardia Civil.” Confundió Roldán esta divisa con la de cambiar dólares por marcos, y todo para la bolsa, que ya contenía mas de treinta denarios, en este caso impresos por la Fábrica de Moneda y Timbre, encargado por el Banco de España. Este banco me recuerda a Mariano Rubio, que algún problema tuvo con la Justicia, pero tiene menos interés que otro que viene.
Para mi que Jesús Gil nació con el franquismo, lo que es igual a que las maneras de Franco no habrían dado un paso adelante sin unas docenas de personajes como el que fue presidente del  Atlético de Madrid y alcalde de Marbella. En la costa andaluza parió políticamente al zarzuelero “Ay Julián, que `tiés´ madre”.  Y esposas, una de carne y hueso sin legalizar, otra policial.  Jamás escuché a una manola o a un chulapo, los madrileñísimos, hacer cursi la expresión, sustituyendo “tiés” por tienes. Y eso que hasta Rajoy sustituyó un final en ado por ao, con la tele delante.
 El primer salto a la fama de Gil y Gil, lo dio en Los Ángeles de San Rafael, allá por 1969. Le calificaba de joven constructor soriano el “ABC” y daba sus  dos apellidos, dos mejor que uno. Hubo 58 muertos entre los escombros del restaurante recién inaugurado  en el complejo turístico de la citada localidad segoviana era gobernador civil de aquella provincia un joven falangista, Adolfo Suárez, el mismo. De los cinco años de condena, un indulto franquista redujo la pena a dos.  Y las faenas de guante blanco que vendrían.
 

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