Opinión

Pedro Sánchez no tiene sentido de Estado

A partir de que el contenido del pacto entre el PP y Ciudadanos es, si se analiza con detalle, una declaración de buenas intenciones, sin que se nos diga de dónde sacarán el dinero ni como harán compatibles esos planes con los nuevos recortes que nos exige Europa (25.000 millones en dos años), no cabe duda de que es un paso adelante y un intento de sacar al país del atolladero. Luego, ya se irá viendo lo que es posible, lo que es necesario y cómo se lleva a cabo.
Pero la postura del PSOE resulta obscena, al poner el acento en el rechazo a permitir que se forme gobierno (con un apoyo parlamentario mayor que el que tuvieron algunos de los últimos presidentes socialistas) entre otros puntos, como ha resaltado Patxi López, en la corrupción.  Todos estamos en contra, pero el PSOE debe tener más pudor al manejar este asunto con el de los EREs sin solventar y todo su pasado desde Roldán al caso Salanueva, Urralburo, Renfe, Ministerio del Interior y fondos reservados, privatización de Rumasa, Banco de España y etc.,etc.
Nadie le ha pedido al PSOE que otorgue un cheque en blanco al PP. Pero rechazado el pacto de Estado (porque no se le puede pedir sentido del Estado a quien no lo tiene [no confundir con la “razón de Estado”, con que Felipe González puso en marcha el GAL]) cabían fórmulas diversas, incluido un pacto de legislatura a dos años, en los que Sánchez podría consolidarse como jefe de la oposición, marcando en corto al PP, para aspirar a ser el próximo presidente de Gobierno.
La campaña que el PSOE ha puesto en marcha suena a una pública disculpa anticipada de quien sabe que obra mal y se excusa. No las habrá si nos obligan a unas terceras elecciones. Porque resulta de gran cinismo invocar que Rajoy busque el apoyo de los nacionalistas vascongados y catalanes, porque es sencillamente imposible el precio a pagar por ello.
Resulta una gran paradoja que el hombre que redujo el PSOE a su mínima expresión electoral haya sido colocado por las circunstancias en posición de impedir que los españoles tengamos que volver a votar por tercera vez en un año. Decía Alfonso Guerra, cuando era vicesecretario del partido, que él prefería más votantes a más militantes.  De momento, Sánchez ya fracasó en lo primero.
Pero lo más grave es la falta de sentido de Estado que parece, y denota su cortedad y falta de perspectiva cuando no es capaz de anteponer la ética de la responsabilidad a la ética de la convicción. Va a dejar escapar una gran ocasión, si no quiso el pacto de Estado o de legislatura, al menos de dejar que se desatasque la situación y emerger como un sólido jefe de la oposición para gobernar algún día.
 

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