Opinión

Para entender la Yihad

En el crecientemente descreído mundo occidental, que pierde aceleradamente la fe y la práctica cristianas, cuesta entender cómo una religión puede llevar a suicidios masivos de sus fieles tratando a la vez de asesinar al máximo número de infieles.
Se dan mil interpretaciones al fenómeno de la yihad, de la guerra santa que conduce a las masacres ciegas de multitudes, cuando es fácil relacionarla, aunque finalmente sean fenómenos opuestos, con la conversión íntima y entrega a Jesús de los cristianos renacidos.
En ambos casos hay un “avivamiento” espiritual: en los cristianos supone la entrada del Espíritu Santo que cambia su vida, como explican muy bien los movimientos pentecostales protestantes y católicos.
Ese “avivamiento” se produce interiormente en cualquier momento, algo así como la iluminación de los místicos cuando recibían a Cristo, pero que sólo transmitían amor.
En la explicación de estos “avivamientos”, pero en el islam,  destacan Bernard Lewis, con numerosos libros traducidos al español –imprescindible su “La crisis del islam”-, y el jesuita egipcio Samir Khalil Samir, del que debe, entre otros, el recién aparecido “El islam en el siglo XXI” (Encuentro).
 Ambos, que deberían haber sido elegidos Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2017 y no la islamófila santurrona y bovina, Karen Armstrong, advierten que el avivamiento espiritual de los musulmanes puede llevarles a la yihad interior, a la lucha por ser mejor, pero también a la violenta, a la yihad asesina, incluso genocida.
 En los musulmanes puede darse hasta leyendo en internet, pero es general durante los ritos, vueltas, cánticos y sacrificios bajo un sol que disuelve cerebros al culminar el quinto pilar del islam, la peregrinación a La Meca.
 Aunque bajo la terrible sharia, unos tratarán de ser mejores; otros querrán imponerla asesinando.

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