Opinión

Otra leyenda negra

Vivir para ver. Vuelve la Leyenda Negra. Desde Flandes y con eco en Inglaterra, como antaño. En esta ocasión a resultas del relato de otro farsante en la estela de aquél infausto traidor que fue Antonio Pérez. El mendaz de ogaño es Carles Puigdemont, ex presidente de la Generalidad de Cataluña. Prófugo de la Justicia, sigue aventando todo tipo de falacias como expresión de una estrategia calculada para internacionalizar el conflicto que él mismo tanto ha contribuido a crear saltándose la Constitución Española y arrumbando el Estatuto de Autonomía de Cataluña.
Refugiado en Bruselas redobla los ataques a España y a sus legítimos gobernantes, jueces y fiscales. No ha encontrado apoyo en el Gobierno belga ni tampoco entre las autoridades comunitarias pero hoy en día las redes sociales y los platós de televisión son un altavoz poderoso para quien sabe manejarse en ellos. Esa habilidad hay que reconocérsela al Puigdemont que un día fue periodista.
Es irritante que treinta años después de la entrada de nuestro país en la Unión Europea -un club de países democráticos que sólo admite socios que se rigen por las normas del Estado de Derecho- haya quien preste oídos a un personaje prófugo de la Justicia que osa decir que España es una "democracia fallida". Un personaje que tras proclamar una República, dejó tirados a sus partidarios poniendo tierra de por medio. Un cínico que tras haber desobedecido las sentencias de varios tribunales y estar en busca y captura acusado de sedición, rebelión y malversación se atreve a decir que es el presidente del Gobierno de España quien estaría perpetrando un golpe de Estado por haber aplicado la ley (Artículo 155) ante el reiterado incumplimiento de la misma por parte del hoy destituido "Govern" de la Generalidad.
Es el mundo al revés. El discurso falaz de un político artero con el que ni sus antiguos compañeros de viaje de ERC quieren ir en lista conjunta a las elecciones del 21 de Diciembre. Lo más triste del cúmulo de falsedades y tergiversaciones políticas que Puigdemont viene proclamando desde su escapada a Bélgica es que dentro y fuera de España hay medios de comunicación que todavía le dan crédito y sitio. O guardan equidistancia. Lo que bien pensado es mucho peor.

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