Opinión

Nuestra querida Infantería

Sargento de Complemento de Infantería. En 1587, el conde de Leicester, que mandaba las fuerzas de la reina Isabel de Inglaterra escribía a Lord Burghely", expresando los temores que le despertaba la amenaza de una invasión por los veteranos de Flandes, a quienes calificaba literalmente como "los mejores soldados de la Cristiandad". Este escrito ha sido repetidamente citado y recogido por los historiadores del apasionante periodo que cierra el siglo XVI en Europa. Y el conocido hispanista J.H. Elliot, en su libro "La España Imperial 1469-1716 (Barcelona. Vicens-Vives, edición de 1982) dice de nuestros viejos Tercios de Infantería: "Esta formación dominó los campos de batalla de Europa durante más de un siglo, y su éxito total contribuyó a reforzar la confianza en sí misma como fuerza militar que era, y se sabía, la mejor del mundo".
La Infantería y la diplomacia fueron las dos herramientas esenciales de la política de Fernando el Católico, primero; y de los Habsburgo, después. Entre la gran victoria de Pavía y la derrota de Rocroi se empareda una etapa esencial de la historia moderna de Europa en la que la Infantería española será reconocida como "reina indiscutible de las batallas". Ni una sola de las naciones de Europa dejará de conocer el temple de aquellos soldados hidalgos capaces de vencer a suecos, holandeses, franceses e ingleses, uno tras otro o al mismo tiempo.
El 8 de diciembre, la unidad que, a caballo entre la leyenda y la historia, ganó para la Infantería toda tan augusto patronazgo está entre nosotros: El Regimiento de Infantería Zamora 8, levantado como Tercio de Bobadilla en la ciudad de Zamora el 30 de abril de 1580, reducido ahora a un batallón.
Para los gallegos, además de que miles de ellos hemos pasado por sus filas, por la tradicional vinculación del Zamora 8 a nosotros (ha tenido sus cuarteles en Ferrol, A Coruña, Lugo y Ourense, hasta su disolución en 1987), tiene otra significación especial.
El 2 de abril de 1846, el segundo batallón de este histórico regimiento, que se encontraba de paso hacia Valladolid, se alza en la plaza mayor de Lugo, al mando del comandante Solís, en defensa de la Constitución. Varios de los venerados mártires de Carral, símbolo y referencia del nacimiento del moderno galleguismo, eran oficiales del Zamora 8, quienes, concluida la gloriosa intentona de reponer al país en la senda del progreso y el liberalismo, pagarán con sus vidas la arriesgada apuesta.
La historia militar es, en cualquier caso, una parte de la historia global, que debe ser reconocida y estudiada como lo que es, un fenómeno más de la evolución de la sociedad. El Zamora 8, el viejo Tercio de Bobadilla, que hoy recordamos, escribió con la punta de sus picas los grandes nombres de la geografía de Europa. Desde Olivenza a Lisboa; desde Gravé, Venloo, Nuy o Calé hasta Maastritch, desde Arrás a Dunkerque; desde Lindenburg a Dieste, desde Aquisgran a Breda.
Somos lo que somos y somos parte de lo que fuimos. Y nuestra Infantería fue la reina de las batallas. Eso jamás dejará de ser:”¡Fuego, movimiento y choque, Infantería!”
 

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