32 EDICIÓN DE LOS PREMIOS GOYA

La noche en la que todos se abanicaron

La actriz Nathalie Poza (d) posa con el premio a la Mejor Actriz Protagonista por "No sé decir adiós, durante la 32 Edición de los Premios Goya
photo_camera La actriz Nathalie Poza (d) posa con el premio a la Mejor Actriz Protagonista por "No sé decir adiós, durante la 32 Edición de los Premios Goya

Como si se tratara del título de la canción de Extremoduro "Adiós abanico, que llegó el aire", las mujeres del cine han conseguido esta noche que durante la gala de los 32ª Premios Goya sople un auténtico huracán a favor de la igualdad en el cine español.



Zapatos planos, símbolo contra la "tiranía de los tacones", y abanicos rojos, santo y seña de la campaña organizada por la Asociación de Mujeres Cineastas contra el machismo en el cine, han convertido la noche en un "campo de nabos feminista maravilloso", como la calificó la actriz y directora Leticia Dolera, una de las caras más visibles de la movilización feminista del cine español.

"Por favor, más mujeres haciendo cine", ha pedido la cineasta Carla Simó tras ganar el Goya a la mejor dirección novel por su película "Verano 1993", antes de que momentos después pisara el escenario de la gala la actriz Marisa Paredes, Goya de Honor.

"La vida de una actriz es como un tiovivo, como la ruleta de la fortuna, yo he tenido la fortuna de que muchos directores confiaran en mi y ellos han tenido la suerte de que yo también confiara en ellos", ha ironizado la galardonada.

Pasaban los premios y, pese a que los abanicos seguían haciendo de la grada un mar de olas, las palabras reivindicativas parecían que se iban a quedar en la alfombra roja, donde Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Alberto Garzón y Albert Rivera -todos ellos con los abanicos protagonistas de la noche- también defendieron el papel de la mujer.

"Hay que reivindicarlo desde los goyas y desde cualquier tipo de acontecimiento social", ha dicho Sánchez mientras que Rivera ha abogado porque las "mujeres sean libres para destilar su vida profesional".

Pero llegó el momento institucional con el discurso de los vicepresidentes de la Academia, Mariano Barroso y Nora Navas, quienes han garantizado que desde hoy esta institución será una "referencia en términos de igualdad".

Unas palabras que Isabel Coixet, una de las grandes ganadoras de la noche con su película "La librería", ha refrendado en la alfombra roja a golpe de abanico: "Con él queremos decir que más mujeres, pero no más mujeres para putearlas, en las brigadas de la limpieza -que son las que dejarán esto limpio cuando nos vayamos- sino más mujeres en el poder, que es lo que hace falta".

Aunque también lo ha hecho en las dos de las tres ocasiones que ha subido al escenario para recoger el goya: "El Fondo Monetario Internacional dijo el año pasado que a las mujeres nos faltan 170 años para conseguir igualdad salarial, y este año ha dicho que nos faltan 216. ¿Y digo, 7 años no les vale, o 7 minutos?".

Por su parte, una emocionada Nathalie Pozas, ganadora del Goya a la mejor actriz protagonista por "No sé decir adiós", ha animado a las "chavalas" que quieran dedicarse a "esto" a "saltar" y "abrazar las heridas" porque el oficio del cine "merece la pena".

Y lo merece, como así lo ha manifestado, aunque sus palabras han llegado después de un chaparrón de cifras negativas para el sector femenino del celuloide. Pepa Charro, conocida como "la terremoto de Alcorcón", ha sido la encargada de poner la realidad sobre la mesa en esta 32º edición: "De los 135 nominados solo 30 son mujeres, y de esas casi la mitad están nominadas como actrices".

"No hay mujeres en música, arte, animación, efectos en sonidos y si las hubiera estarían nominadas (...) Chicas, almas cándidas, no sé lo que está pasando, están los productores con ganas de ganar dinero, y vosotras dedicándoos a películas íntimas, metedle bien de explosiones", ha exclamado.

Con otros gritos, escasos pese a lo que se esperaba, como el "Viva las mujeres" de Belén Rueda, el "rebeldía, resistencia y amor" de la actriz chilena Daniela Vega, la gala da paso así a ese aire fresco de abanicos que, en pleno invierno, ha caldeado la noche del cine español.

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