Opinión

No es una maldición

El puerto es Vigo y Vigo se la juega en el puerto, donde tiene su razón de ser y el termómetro que mide con precisión su actividad, si el corazón late bien o hay síntomas de una cardiopatía. En los años más oscuros de la crisis la actividad portuaria cayó en picado con la pérdida de más de un 20 por ciento de todo el tráfico anual, pasando de cinco millones de toneladas a menos de cuatro. Coincidió con la perspectiva económica cuantificada en bajada de producción y no por casualidad. Ahora Vigo está de nuevo en cifras relativamente importantes, pero podrían ser mucho mejores si no fuera por dos elementos que se mantienen de forma insistente, como una enfermedad incurable, sin solución. Y no es así.
Por un lado, la estiba, que en Vigo se sufre de forma especial por no existir en el resto de puertos gallegos ni tampoco en Leixoes, en Oporto. Así, la posibilidad de competir en igualdad de condiciones se difumina y Maersk es el síntoma y la propia enfermedad. La estiba tiene su fin tasado en menos de tres años, pero hasta entonces el puerto vigués juega al fútbol con 10. Luego ya se verá.
El otro asunto es el PIF, una palabra incomprensible para un problema que nadie puede entender más allá de los empresarios que entran sus mercancía refrigeradas por Guixar y se encuentran con problemas administrativos. Que no hay en Leixoes: la factura se cobra en forma de 50.000 toneladas de pescado congelado que se deriva por la terminal marítima de Oporto, donde las mismas normas se interpretan de otra forma sin que la UE haya puesto  bajo sospecha a los inspectores portugueses. Es un asunto vigués que nadie ha podido arreglar. Misterio. Continuará...

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