Opinión

Manoloescobar manía

Manolo Escobar como arma arrojadiza `contra los catalanes`. Pocas veces se habrá concebido mayor barbaridad que la utilización del carro que le robaron al inocente y racial cantante almeriense (y universal, si usted quiere) como arma arrojadiza contra los separatistas de la Generalitat y, de paso, contra todo lo que pudiera representar el catalanismo. `Esgrimir el `soy espaaañool, españoool, españool` como forma de chinchar a los habitantes, o a una parte de ellos, de un trozo de España, me parece una muestra de carpetovetonismo digna de aquel célebre `Celtiberia Show` que con tanta ironía y compasivo amor escribía mi maestro Luis Carandell. Y, además, es una falta de educación y de tolerancia.
Obviamente, ir a molestar a su celda en Estremera o en Soto del Real a uno de los reclusos independentistas catalanes portando la bandera bicolor puede resultar más o menos gracioso para quienes escuchamos la anécdota, que me imagino que es apócrifa. Pero tanto eso como la `manoloescobarmanía` denota un muy escaso afán de concordia. Y una cosa son los memes que proliferan, más o menos chistosos, por las ondas -yo mismo los estoy coleccionando: algunos, simplemente geniales- y otra utilizar como ariete contra `el separatismo` a un coplero andaluz que se había convertido en todo un símbolo cuando acudimos muchos a festejar la victoria de la `roja` en el Campeonato Mundial de Fútbol, con jugadores catalanes incluidos, faltaría más.
Ahora, ya ve usted, y ahora que hablamos de fútbol: además de todo, y por si fuera poco la que tenemos encima, la gran polémica del ser nacional se centra en si una franja de la (espantosa, por cierto, a mi humilde parecer) camiseta `roja` de la selección lleva una franja de color azul o si, en realidad, es morado, lo que evocaría reminiscencias republicanas tricolores. Maaadre mía...
Pocos países hay que frivolicen tanto como este, alegre y despreocupado, en el que tenemos la suerte de vivir, o eso pensamos algunos, al menos. Bueno, pues lo que son las cosas: ahora, al Manolo Escobar de las rumbas, pasodobles, coplas, fandangos y hasta villancicos, a ese que amenizaba los últimos bailes, ya cargados, en las bodas, le han metido, al pobre, en una especie de guerra de Gila contra lo que representan las esteladas; sería cómico, si el fondo del asunto no fuera trágico y si, bien mirado, no fuese una muestra más de la mala uva nacional, esa que hace que numerosos tuiteros hispanos -catalanes incluidos, faltaría más- se hallen entre los más crueles y zafios del mundo.
A mí, desde luego, y espero que sepan perdonarme los sin duda muchos con parecer contrario, me hacen muy poca gracia algunas parodias `flamencas` -vivan los juegos de palabras ingeniosos- que enloquecen a los `trending topics`. Ni me arrancan una sola sonrisa de complicidad las gracietas sobre el flequillo de Puigdemont. Creo que el problema es, lamentablemente, mucho más serio que todo eso, y las culpas del ex molt honorable ex president de la Generalitat van mucho más allá de los descuidos capilares o de si ha contratado un abogado flamenco, que no es de los de faralaes. Lo dicho: maaadre mía, nivelazo...

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