Opinión

Luces y sombras

 

Una vez pasada la primera oleada de dolor profundo que inspiran los atentados de Cataluña, comienza el más duro e ingrato trabajo de análisis que el Gobierno de la Generalitat debe necesariamente asumir en solitario ya que no ha permitido que los fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado intervinieran ni siquiera tangencialmente en el desarrollo de la investigación y solución de la crisis. El ejecutivo catalán ha querido demostrar al mundo que se basta y se sobra para afrontar una situación tan  extrema como la que se produjo en las Ramblas de Barcelona y en la localidad veraniega de Cambrills durante ese trágico fin de semana, y ha depositado en su policía autonómica –tiene transferidas todas las competencias incluso la que hace referencia a la vigilancia del tráfico rodado- el  peso específico de esta tarea. Una tarea que los Mossos d’Escuadra han afrontado con decisión después de que la furgoneta asesina recorriera medio kilómetro transitando por el  bulevar de la famosa artería atropellando todo lo que le salía al paso, a pesar de que en el desarrollo de las posteriores investigaciones comienzan a aparecer ciertas lagunas y hay un ligero toque de desorientación e inseguridad no solo en el recuento de los hechos sino en la toma de decisiones.
Pero es en los tiempos anteriores al atentado cuando las lagunas se hacen más profundas y la situación genera más dudas especialmente en lo que hace referencia a dos hechos fundamentales. El chalet de  Alcanar y el imán de Ripoll, a los que la fuerza policial catalana no prestó la más mínima atención hasta que hubo constancia de su pertenencia al caso, mucho tiempo después de que el horrible acto se produjera.

 
El chalet llevaba seis meses ocupado por una docena de sujetos que consiguieron almacenar en la vivienda  ciento y pico bombonas  cargadas con butano y otros gases explosivos hasta que voló por los aires. Los vecinos alertaron del caso a las autoridades porque el inmueble –perteneciente al Banco Popular- era gestionado por una inmobiliaria y estaba en situación de abandono por lo que los terroristas lo ocuparon de modo fraudulento sin que ninguna patrulla investigara este escenario que estalló la noche antes del atentado de las Ramblas. Y a nadie se le ocurrió preguntarse qué pasaba allí. En cuanto al imán de Ripoll, sus actuaciones eran de sobra conocidas y también un historial que ahora es público y mete miedo. Fue incluso rechazado por la comunidad musulmana de Cataluña y sin embargo estuvo seis meses campando por sus respetos sin que nadie le molestara organizando la célula en un chalet con una docena de ocupas con traza de musulman. Hay que preguntar sobre esto…

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