Mejora a los mediocentros de los equipos europeos en seguridad en el pase y en contención con las tarjetas
Stanilav Lobotka no marca goles. Por eso, suele vivir a la sombra de Maxi Gómez cuando se habla del acierto en los fichajes del Celta el pasado verano. Pero su rendimiento está siendo tanto o más espectacular que el del uruguayo. Se ha hecho con un puesto de titular en el centro del campo de Juan Carlos Unzué y ya el pasado invierno el Inter de Milán envió una oferta a Vigo que fue inmediatamente rechazada al no acercarse a los 35 millones de su cláusula.
No es para menos. El internacional eslovaco se ha amoldado a la Liga con pasmosa facilidad y sus números soportan perfectamente la comparación con los pivotes de los equipos que, en estos momentos, ocupan plaza continental: Busquets en el Barcelona, Gabi en el Atlético, Kondogbia en el Valencia, Casemiro en el Real Madrid, Rodrigo en el Villarreal y N'Zonzi en el Sevilla. Sin duda. De hecho, de todos ellos es el que más eficiencia tiene en los pases (91,2%) y el que menos tarjetas ve (1, empatado con el sevillista N'Zonzi), cuestión básica en un puesto tan ofensivo como defensivo.
Pero el céltico va mucho más allá. Es el que menos faltas comete (1,2 por partido, de nuevo igualado con N'Zonzi), el segundo que menos despejes realiza (por su vocación de crear juego), el segundo que menos pases largos da (tras N'Zonzi), el segundo que menos veces se ve desbordado por un regate de un rival (tras N'Zonzi) o el segundo que más regates realiza (tras Kondogbia).
Con todo, tiene facetas menos poderosas, bien por sus condiciones físicas, bien por sus condiciones futbolísticas. Por ejemplo, no destaca por los robos que realiza
–el que menos de los siete mediocentros analizados, junto con N'Zonzi, de nuevo–, no ha marcado, no ha dado asistencias y no suele salir airoso de los duelos aéreos, aunque en tal tesitura lo empeora el atlético Gabi. Tiempo tiene para pulir detalles, pero ya se codea.
