Opinión

La imaginación al poder

Las largas tardes del verano son propicias para permitir que la imaginación se desempeñe por sus propios medios y en esas estamos algunos ociosos que la dejamos medrar en vuelo rasante. Hace unos días, ojeando una muy buena película que dirigida por Josefina Molina recreaba la figura del ministro de Carlos III, Leopoldo de Gregorio más conocido como marqués de Esquilache –de Squillace en realidad atendiendo a la verdadera denominación italiana que los españoles pronunciaron mal- asistí a la escenificación del primer sorteo de la Lotería, un hecho que se produjo durante el mandato de este italiano tan desventurado, el 10 de diciembre de 1763 con un formato muy similar a la actual Primitiva. Siempre que me encuentro con algo relacionado con Loterías me aviva las entendederas el deseo –casi irracional supongo- de averiguar cuál es la raíz de esa tonadilla que repiten los chicos y chicas de San Ildefonso cuando cantan los números. Y escuchando al maestro Boccherini he identificado en sus más populares partituras muchas de las armonías presentes en la cantinela, que suena, como el pasacalle del genio luqués, en sol, do y re, así que digo yo que algo tendrán que ver pues  coinciden en tiempo y en forma.
Esta caótica manera de tratar de establecer vínculos donde quizá no los haya me permite volver de la playa asegurándome a mí mismo que el gran comediógrafo latino Esquilo y Keith Richard tienen más cosas en común de lo que cabría suponer, y todavía estoy en las retuertas del pensamiento rehaciendo semejantes absurdas claves. He sabido, digo, que a Esquilo le predijeron los augures una muerte abominable. Le dijeron que se le caería su casa encima y para evitarlo decidió que viviría siempre al raso. Desgraciadamente no pudo librarse el pobre y un águila que volaba sobre él dejó caer un galápago que llevaba entre las garras y que le cayó en la cabeza descalabrándolo ipso facto. Como muchos de ustedes saben, algo por estilo le ocurrió a Keith Richards, al que le cayó en la coronilla el coco de una palmera bajo la que dormía la mona causándole una grave conmoción de la que hubo de ser largamente hospitalizado.  Por cierto, según la saga “Piratas del Caribe”, Keith Richards y Paul McCartney son hermanos. El primero hizo de padre de Jack Sparrow y el segundo de su tío. La imaginación es muy poderosa.

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