Opinión

La gran huida de vigo

Hay varios motivos que pueden explicar el desastre migratorio de Vigo en 2017, y entre ellos el más importante debería ser ajuste en el padrón, que obligó a eliminar a más de 2.000 personas cuya inscripción no estaba suficientemente justificada. Pero el asunto es de mayor calado por cuanto las cifras resultan abrumadoramente negativas. Sin parangón con su historia, ni siquiera con los ayuntamientos vecinos ni las otras ciudades. Vigo ha perdido miles de habitantes por su marcha, tanto con la migración al resto de España como en especial hacia el extranjero. En ambos casos resultan números brutales. Más si se echa un vistazo al pasado reciente: en 2008, diez años atrás, el saldo total había sido positivo en 1.145 personas y en concreto el saldo con el extranjero era muy positivo, casi 2.000, en tanto que en la comarca había un balance negativo, el habitual entre gente que decide seguir trabajando en Vigo pero cambiaba su domicilio a alguno de los municipios del área, donde la vivienda era y es más barata.
La buena noticia, la única en realidad, es que los números con la comarca y el resto de Galicia son positivos: hay más personas que deciden trasladarse a Vigo que al revés. Pero esto también puede cambiar y de hecho lo hará con seguridad si no se desarrolla vivienda a precios adecuados. La práctica paralización del "ladrillo" en los últimos tres años -la crisis más la anulación del PGOM- lleva a elevar el precio de los alquileres y a que no haya pisos libres. Sería letal para la Muy Leal. Ocurrió en Ferrol, donde su población más joven se trasladó a la vecina Narón y eso supuso la decadencia de la ciudad. 

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