Opinión

La ayuda de los libros

He entretenido estos días previos a la cita del 1 de octubre sumergido en la lectura de tres libros al alimón, un sistema que, probablemente, no es muy aconsejable porque es posible que uno se lea todos y no se quede a la postre con ninguno. De ellos, quizá el que me ha ofrecido más señas para la sorpresa es el que en su día escribió el periodista económico José García Abad sobre la poderosa figura del ex presidente Adolfo Suárez  a quien tuve la dicha de conocer y con el que incluso jugué una divertida partida de mus que era una de las pasiones de aquel hombre trascendental al que, como ocurre con frecuencia, tanto los historiadores como sus conciudadanos en general, tararon mucho más tiempo del debido en reconocer sus méritos. El libro, llamado pomposamente “Adolfo Suárez: una tragedia griega” abunda sobre el sino trágico que siempre presidió la existencia de un sujeto ciclotímico pródigo en comportamientos de dientes de sierra pero tan poderoso y corajudo en la adversidad que el autor no duda en mantener a lo largo de su bien documentado trabajo una tesis muy curiosa y muy sensata que incluso es capaz de aclarar en la medida de lo posible su aún no suficientemente explicada ceremonia de dimisión. Suárez fue un presidente incomparable para los periodos de dificultad extrema porque su carácter e incluso su pensamiento se estimulaban con los problemas. Cuando la situación fue paulatinamente recomponiendo y los momentos bravos, épicos y extremos dejaron paso al gobierno de lo cotidiano, Suárez dejó de sentir deseos de gobernar y se perdió en el reparto de lo doméstico.
Sin embargo, es ahora que el independentismo catalán ataca a degüello nuestro bien más preciado, es decir la soberanía que, a partir de la Constitución de 1812 y tras el infame paréntesis de la dictadura franquista reside donde debe estar es decir en el pueblo, cuando esta figura del Adolfo Suárez crecido y pujante, generoso en recursos, comprometido y ético en la conquista de las libertades y la dignidad perdida, cobra su mayor presencia y demuestra a los protagonistas de un golpe de Estado encubierto que acabarán en la cárcel ahora que la maquinaria de la Justicia se ha puesto en marcha y es imparable, lo que valió su obra, su sacrificio y su fortaleza asentada en un fe poderos e inquebrantable en la bondad de ese mismo pueblo.
Una buena parte de la solidez y garantía de nuestro estado de Derecho que garantiza la acción del presidente Rajoy y sus recursos institucionales, y de la fiabilidad del orden jurídico que nos ampara y protege  a él se lo debemos. 

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