Opinión

guixar procés

Hace casi 23 años se produjo en Vigo un movimiento brutal que quemó las calles y subió la  tensión al límite. La imagen icónica de aquellos días de furia se resume en el Vitrasa en llamas en una calle de Teis y en una especie de cañón improvisado con tubos que disparaba piezas de metal contra la empacadora. Guixar fue el resultado de una combinación de factores, destacando entre ellos la desinformación expresa y la apelación a odios larvados como respuesta a una decisión correcta pero difícil de “vender”: cerrar el basurero del Zondal, que amenazaba con venirse abajo, y apuntar la ciudad al plan Sogama. El resultado fue una bronca descomunal  que se llevó por delante al alcalde Príncipe -objetivo parcial de la movida- pero que no afectó a la planta de residuos, que sigue en el mismo lugar, confirmando que toda la propaganda vertida sobre las terribles consecuencias que su implantación supondría para Teis eran una suprema mentira. El “procés” de Guixar finalizó justo tras las elecciones, cuando el cambio de alcalde y el fracaso de la candidatura vecinal -se quedó a las puertas de conseguir un concejal- pareció disiparlo todo misteriosamente de la noche a la mañana. Fue un fenómeno todavía por estudiar: cómo la combinación de mentiras repetidas una y otra vez acaban por convencer a miles de personas de la existencia de un enemigo.
Alguien dijo que España era un experimento europeo a escala: si no funciona un país de ciudadanos será imposible construir una Europa unida.Vigo era una unión de parroquias y barrios que con dificultad conformaron una ciudad. Hace 23 años la cohesión estuvo en peligro serio. Como hoy en el Nordeste. Continuará...

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