Opinión

Le Gobierne igualitarie de Sánchez

Cuando yo era un chaval, mi tío presumía de que sabía francés porque construía frases cuya mayoría de palabras terminaban en "é". Iba de fiesté, con los amigués y se echaban unos cigarrettés estando de cachondé. Su capacidad para los idiomas que de pequeño me asombraba –también hablaba alemán e italiano-, se convirtió luego en un gracioso recuerdo que hasta estos días me parecía absurdo, pero que definitivamente se ha visto superado por otra magnífica idea.
El gobierno de Sánchez tiene intención de combatir el sexismo desde la Carta Magna, con un género neutro terminado en "e". Un lenguaje inclusivo en nuestra norma suprema que, sin embargo, juristas y lingüistas tachan de ridículo. Estos últimos afirman taxativamente que utilizar dicha terminación no es castellano. Esto ya lo sabíamos mi tío y yo, puesto que este recurso es más propio del francés, tanto del real como del inventado. ¿No les "parecé"?
Si bien es cierto que el idioma se podría reinventar, no parece necesariamente una función esencial del Ejecutivo Ni forzar un nuevo “castellane” la cuestión prioritaria en la lucha contra la desigualdad, aunque no cabe duda que todos los ámbitos deben ser explorados de manera transversal para conseguir la igualdad de género. Aunque esta idea parece lejos de prosperar, también es cierto que alguna ventaja tendría, especialmente para los políticos y políticas que podrían escapar en sus discursos del tan recurrente “todos y todas”, “ciudadanos y ciudadanas”. Tal vez en este sentido, teniendo en cuenta que es una referencia habitual del presidente del Gobierno, la ocurrencia venga de su mano. Que resulte lo mejor para “todes”.

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