210 españoles emigraron a Canadá en 2011, 80 de ellos a Quebec. Fue ese año cuando una familia viguesa, Carlos y Eva y sus dos hijos pequeños, comenzó a pensar en este país como alternativa a la crisis. Él trabajaba en una empresa de fabricación de mobiliario en A Estrada y ella era profesora aunque había dejado el trabajo. La empresa de Carlos empezó a tener problemas, como tantas otras, y un día leyó los comentarios a una noticia de una persona que había emigrado a Canadá, un país que siempre les gustó pero al que nunca habían decidido a ir porque 'la vida te va llevando por la rutina'.
Se instalaron en Montreal en agosto del año pasado con residencia permanente y cuentan que 'es duro y exige muchos sacrificios comenzar de cero en un nuevo país y en una nueva cultura, pero a la vez es algo grande y merece la pena'. Para quienes lo estén pensando recomiendan 'ser fuerte, estudiar idiomas, prepararse, ser humilde para poder aprender y sobre todo pensar que hay días y días'.
El proceso comenzó con la búsqueda de información en la web de Ministerio de Inmigración de Quebec, porque tenían la mirada puesta en Montreal, una ciudad cosmopolita con mucha vida cultural y donde se puede vivir en inglés y francés. Tenían varias opciones: emigrar con un visado de turista y buscar trabajo desde allí, pedir un permiso de trabajo por un año o hacer los trámites para conseguir la residencia permanente y viajar como un canadiense más con todos los derechos excepto el voto. Eligieron la tercer vía, la mejor para una persona con experiencia laboral y un título universitario. El Gobierno decide quien puede ser 'inmigrante seleccionado' y puntúan la trayectoria académica y laboral, la edad, conocimientos de inglés y francés y los hijos ('para ellos son muy importantes'). Este certificado puede tardar 9 meses en llegar y luego se tarda otro periodo similar en conseguir la visa permanente, para la que solicitan otros documentos, como pruebas médicas o antecedentes penales.
La familia hizo un primer viaje de 'prospección'en mayo para buscar la zona en la que querían vivir y el colegio para sus hijos. El traslado definitivo lo hicieron el 13 de agosto, con los niños y 'con diez maletas y miles de sueños'. Al contar con residencia permanente, tienen derecho a la asistencia sanitaria pública y gratuita a los tres meses de estar allí, ayudas para la manutención de los hijos hasta los 18 años porque la natalidad es baja, cursos de inmersión lingüística en francés e inglés gratuitos, colegio gratuito y guardería subvencionada, facilidades a los adultos para que se reciclen en su profesión o estudien nuevas carreras y a los tres años pueden solicitar la ciudadanía canadiense. Desde el Gobierno les ayudan además en la búsqueda de vivienda y les asesoran para encontrar empleo. Carlos estuvo estudiando francés y empezará ahora a buscar trabajo.
El proceso comenzó con la búsqueda de información en la web de Ministerio de Inmigración de Quebec, porque tenían la mirada puesta en Montreal, una ciudad cosmopolita con mucha vida cultural y donde se puede vivir en inglés y francés. Tenían varias opciones: emigrar con un visado de turista y buscar trabajo desde allí, pedir un permiso de trabajo por un año o hacer los trámites para conseguir la residencia permanente y viajar como un canadiense más con todos los derechos excepto el voto. Eligieron la tercer vía, la mejor para una persona con experiencia laboral y un título universitario. El Gobierno decide quien puede ser 'inmigrante seleccionado' y puntúan la trayectoria académica y laboral, la edad, conocimientos de inglés y francés y los hijos ('para ellos son muy importantes'). Este certificado puede tardar 9 meses en llegar y luego se tarda otro periodo similar en conseguir la visa permanente, para la que solicitan otros documentos, como pruebas médicas o antecedentes penales.
La familia hizo un primer viaje de 'prospección'en mayo para buscar la zona en la que querían vivir y el colegio para sus hijos. El traslado definitivo lo hicieron el 13 de agosto, con los niños y 'con diez maletas y miles de sueños'. Al contar con residencia permanente, tienen derecho a la asistencia sanitaria pública y gratuita a los tres meses de estar allí, ayudas para la manutención de los hijos hasta los 18 años porque la natalidad es baja, cursos de inmersión lingüística en francés e inglés gratuitos, colegio gratuito y guardería subvencionada, facilidades a los adultos para que se reciclen en su profesión o estudien nuevas carreras y a los tres años pueden solicitar la ciudadanía canadiense. Desde el Gobierno les ayudan además en la búsqueda de vivienda y les asesoran para encontrar empleo. Carlos estuvo estudiando francés y empezará ahora a buscar trabajo.